EL PODER DE LA CONCIENCIA

El tiempo es un fantasma travieso que se divierte haciendo bromas a la memoria. Por ejemplo, hoy los más jóvenes ni siquiera sospechan por qué este lunes será feriado, pero ya organizaron sus planes para la farra; otros sí tienen idea de que es el día de los héroes en Paraguay; sin embargo, no es el lunes, sino hoy. Los más ilustrados saben que este 1 de marzo se conmemora la inmolación del Mariscal López y el fin de la guerra contra la Triple Alianza.

Pero la historia no cuenta que tras el cobarde asesinato cometido por los brasileños en Cerro Corá, la algarabía se desató y quedó establecida una fiesta para los héroes. No.

Durante muchos años la figura del mariscal y su grandeza quedaron ensuciadas en el lodo del oprobio. El primero en tratar de reivindicar el nombre de su padre fue Enrique Solano López Lynch; otro que tuvo una visión diferente fue Juan E. O´Leary, quien instaló el debate de lo ocurrido en las aguas del Aquidabán Nigüí.

Pero tuvieron que pasar 66 años, con la llegada de Rafael Franco a la Presidencia del Paraguay para que caducaran todas las resoluciones en contra el mariscal y sea nombrado “héroe sin ejemplar”. También declaró beneméritos de la patria al Dr. Francia y a don Carlos A. López y héroe nacional al teniente Adolfo Rojas Silva, el primer oficial muerto en la guerra del Chaco. Así fue que Rafael Franco estableció el 1 de marzo como feriado nacional.

Si bien en esta fecha se recuerda a todos los héroes que dieron su vida por la patria, este concepto es injusto y da idea de heroísmo solo a quienes fallecieron en un conflicto armado, en el campo de batalla o en una guerra; sin embargo, esta cualidad sobrepasa por lejos esa noción egoísta y parcial.

Según la RAE, los héroes demuestran relación con la valentía, bravura, arrojo, coraje, intrepidez, valor, atrevimiento, osadía, heroicidad, proeza, hombrada, hazaña, todos términos que crean la imagen de un Aquiles, de un Hércules o un Teseo de la antigüedad o un Thor moderno o un Capitán América más actual. Lastimosamente todos ellos forman parte del rubro batallas, guerras, peleas, generadores de muerte y dolor.

La heroicidad va mucho más allá. Hasta ahora, como explicaría el viejo maestro jedi Obi-Wan Kenobi, el mundo solo es capaz de apreciar “el lado oscuro” de los héroes, aquellos que conquistaron territorios, aquellos que ganaron grandes batallas, aquellos que con su soberbia y egocentrismo subyugaron o aniquilaron civilizaciones enteras.

Y, sin embargo, la heroicidad también es representada por los ciudadanos comunes que pelean cada día por evitar caer en la corrupción, pese a las grandes necesidades económicas que enfrentan.

Un héroe es un funcionario que no desayunó porque al salir de casa dejó su alimento para que los hijos tengan qué llevarse a la boca y cuando atiende en su trabajo regala una sonrisa aunque el hambre le apriete el estómago.

Héroe es esa persona a la que a diestra y siniestra los conocidos le ostentan sus bienes mal habidos y se siente fortalecido por ser íntegro, porque considera que ser honrado es mucho más difícil que caer en la tentación del robo o apropiarse de lo ajeno, aunque como diga el clásico tango Cambalache, “el que no afana es un gil”.

Héroe no es el que mejor dispara y tiene mejor puntería, sino el que enseña a hacer el bien, el que se esfuerza por salir adelante y mejorar la situación propia y familiar con educación y trabajo.

Héroe es el que soporta la maldad y la envidia, es la mujer que da el pecho al bebé mientras le acaricia con amor, aunque de madrugada se muera de sueño después de atender a los demás hijos, preparar la comida, limpiar la casa y ordenar las tareas en la oficina para el día siguiente.

Héroe es el padre que sale a trabajar antes que sus hijos se despierten y vuelve cuando ya están durmiendo, pero con la satisfacción de que no faltará pan en la mesa.

Héroes son muchos. Personas de bien a las que nadie ve ni rinde tributo, pero hacen del mundo un sitio mejor para los demás. A todas esas personas, felicidades, hoy también es su día.

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