• Por el Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
  • MBA

Paraguay es un país pequeño con un poco más de 6 millones de habitantes, por lo que no se justifica que en plena era de la tecnología sigamos teniendo una superpoblación de funcionarios públicos, mucho más allá de lo que verdaderamente se precisa, aportando un limitadísimo valor agregado.

Si hacemos uso inteligente de procesos tecnológicos y digitalizados interconectados entre las instituciones todo podría tornarse más abreviado y eficiente, acortando sustancialmente los tiempos de ciclo y flujos de proceso.

Hablamos mucho acerca de la necesidad de dar el lugar que corresponde a la meritocracia, idoneidad, capacidad de gestión y trayectoria profesional que permitan que podamos tener una administración pública de calidad, pues a través del pago de nuestros impuestos y otros tributos siguen percibiendo sus salarios y otras retribuciones mensualmente, equivalente a no menos del 60 % de los gastos rígidos dentro del PGN, un exceso y despilfarro sin sentido alguno.

Nuestras instituciones siguen adoleciendo de debilidad estructural, carentes de preparación académica y técnica ocupando posiciones de relevancia, tornando difícil que puedan desempeñarse en forma eficiente, translativo también a los mandos medios para abajo, quienes en su mayoría están gracias a prebendas y clientelismo político donde la meritocracia e idoneidad no son para nada excluyentes

No podemos continuar con excesiva cantidad de funcionarios que siguen absorbiendo mes a mes el mayor porcentaje de los ingresos tributarios, debiendo ser racionalizados a través de una reingeniería técnica-financiera, pues resulta inaceptable que el mayor porcentaje de gastos rígidos sigan orientados a sueldos y salarios, quedando relegados otros sectores prioritarios para el desarrollo del país como salud, educación, seguridad e infraestructura por efecto del desfasaje en la relación ingresos/egresos.

Se impone que prioricemos la calidad del nivel académico y técnico de los servidores públicos, que hoy por hoy en la mayoría de las instituciones no están a la altura de su posición y responsabilidad tornando complicado poder tener un Estado moderno y eficiente, acorde al mundo globalizado en que vivimos, más necesario que nunca ahora que una de las calificadoras de riesgos nos otorgó el grado de inversión, y lo que los inversionistas extranjeros buscan es capital humano de calidad. Esperemos que la Ley del Servicio Civil se cumpla en tiempo y forma en toda su extensión, fijándose claramente las coordenadas, acerca del perfil y conocimientos técnicos y académicos que requiere cada puesto, para lo cual todas las entidades tienen su departamento de organización y métodos (O&M), siendo responsables directos de todo esto.

Capacidad e idoneidad se observan en muchos funcionarios, pero lamentablemente subutilizados en función a su formación académica y experiencia, por lo que se hace necesario que nos despojemos de fanatismo político, cambiar el “chip mental” que nos permita aprovechar los talentos disponibles reubicándolos o dándoles otro destino o desvincular a los que no rinden en función a la posición y responsabilidad que les son asignadas, pues el 
Estado no es entidad de beneficencia.

Se los deberá mantener y promocionar a los que muestren actitud y aptitud para que nuestra Administración Pública cuente de una vez por todas con funcionarios honestos, capaces y patriotas.

Vivimos en plena era de la tecnología, siendo lamentable ver que en algunas instituciones todavía muchos funcionarios muestran rigidez en su forma de pensar y de actuar, reacios al cambio, perjudicándose a sí mismos y a la estructura organizacional de las instituciones.

Es preferible racionalizar la plantilla de funcionarios a nivel país, pero que muestren capacidad e idoneidad en la función que realizan y que sean beneficiarios de una retribución en función a lo que efectivamente aportan conforme al perfil del puesto y de la responsabilidad de cada uno. Así de simple.

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