- Por Juan Carlos Dos Santos G.
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En el año 2015, la canciller alemana Angela Merkel, confiada en su política de apertura a la migración desde países en conflicto como Siria y Afganistán, pronunció una frase que hoy, diez años después, toda Alemania recuerda: “Lo lograremos”, dijo.
Esa expresión hacía referencia a la capacidad del país para manejar el gran flujo de migrantes provenientes de Oriente Medio, quienes, de repente, inundaron los puntos de entrada al territorio alemán.
Desde el primer momento, la sociedad alemana expresó cierta preocupación por algo que muchos anticipaban. El radicalismo islámico, importado desde aquella región y con miles de sus simpatizantes mimetizados entre más de un millón de migrantes, terminó manifestándose casi una década después.
Alternativa para Alemania (AfD, por sus siglas en alemán) es un partido político que se fortaleció tras la frase que Merkel pronunció en 2015.
En las elecciones anteriores, AfD logró casi el 12 % de los votos y, el domingo pasado, se consolidó como la segunda fuerza dentro del legislativo alemán, aunque aún sin la suficiente representación para formar gobierno.
Sin embargo, no solo Merkel potenció a AfD. Los casos que alteraron la tranquilidad social de Alemania comenzaron con crímenes violentos perpetrados por algunos de los inmigrantes llegados al país en esa década.
Los casos más recientes involucran a ciudadanos sirios y afganos que atacaron un mercado navideño en la apacible localidad de Magdeburgo, asesinaron a un niño en otra ciudad y, hace pocos días, en pleno Berlín, un turista español fue víctima de violencia. Además, las denuncias previas de múltiples casos de violaciones y otros hechos delictivos cometidos por algunos de estos inmigrantes no hicieron más que aumentar el caudal electoral de AfD y alimentar el sentimiento antiinmigración.
Hoy, los alemanes hablan de “re-emigración”, refiriéndose a la posible expulsión de los inmigrantes de vuelta a sus países de origen, sin importar que muchos de ellos ya cuenten con pasaporte alemán.
Cuando Merkel acuñó su famosa frase “Lo lograremos”, no imaginó que, años después, Alemania también acogería a 1,5 millones de ucranianos desplazados por la invasión rusa, ni que esa guerra debilitaría económicamente al país, altamente dependiente del gas ruso barato.
Para colmo, la llegada de un Trump proteccionista complica aún más la situación para Alemania, aun cuando el presidente de EE. UU. haya celebrado la victoria conservadora y apoyado los esfuerzos de AfD.
El partido ultraconservador no será llamado a formar parte del gobierno, por ahora, pero ¿quién sabe si la alianza entre el ganador Friedrich Merz, de centroderecha, y los socialdemócratas podrá perdurar? Mientras tanto, AfD seguirá consolidando su presencia en el legislativo alemán y lo cierto y concreto es que, desde la II Guerra Mundial, este sector político alemán no había sido tan fuerte como ahora.
Pero este es un fenómeno que se replica con fuerza en casi toda Europa, donde los votantes son cada vez más conscientes del error estratégico de la izquierda, al priorizar una agenda que beneficiaba más a los extranjeros que a los propios nacionales en cada país. Por ahora, en el motor económico e industrial de Europa, Alemania, las cosas ya quedan bastante claras.
Hoy, los alemanes hablan de “re-emigración”, refiriéndose a la posible expulsión de los inmigrantes de vuelta a sus países de origen, sin importar que muchos de ellos ya cuenten con pasaporte alemán.