Fueron 17 días de portada de la prensa abdista (Abc-Última Hora) pretendiendo instalar que el finado diputado Lalo Gomes solamente whasapeaba con referentes de un solo sector político (el cartismo). Tanto fue el show armado que quisieron presentar que cualquier diálogo de Lalo con alguien constituía un hecho de acción penal público.

Tremenda fue la sorpresa que se dieron cuando se les escapa uno de los mensajes en el que Lalo confiesa haber aportado más de un millón de dólares a la campaña electoral de Mario Abdo Benítez.

Dinero que por cierto ingresó en negro al proyecto abdista. Más grande fue la sorpresa de los mediáticos operadores del expresidente Abdo al enterarse de que el abogado Óscar Tuma accedió a la copia espejo del celular del fallecido y el contenido lo haría público.

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El juez Osmar Legal dilató hasta donde pudo la entrega de la pericia a ver si la campaña generaba alguna reacción ciudadana de indignación. Como ya nadie les cree, nada prendió y la farsa se vino abajo.

Los que venían publicando no era más que unos mensajes con actores de reparto de un esquema de tráfico de influencias, soborno y financiamiento político con dinero proveniente del narcotráfico.

Revelamos los mensajes de Abdo Benítez con su financista político, también con el exvicepresidente Hugo Velázquez, el exministro del Interior Juan Ernesto Villamayor y con la senadora abdista Lilian Samaniego. Estos mensajes sí eran escandalosos, y revelaron la sumisión del gobierno anterior al ganadero, jefe de campaña del abdismo y financista.

Lo grave acá no son los mensajes que Lalo enviaba a medio Paraguay, lo grave es que el gobierno anterior, a juzgar por los informes de Inteligencia financiera de Seprelad, sabía el origen del dinero del exdiputado. Recibieron la plata sucia, le dejaron que maneje la Policía Nacional a su antojo y como corolario lo hicieron diputado.

Todo lo que anteriormente la prensa abdista venía publicando terminó siendo un tremendo vyrorei en comparación con la batería de mensajes de Lalo con las principales autoridades del gobierno anterior. Desde nombramientos, manejo privilegiado de la cúpula policial y también de las fuerzas de tarea conjunta. El financista añetete manejó a su antojo al gobierno anterior.

Las máximas autoridades del gobierno anterior sabían quién era Lalo y siguieron coqueteando y poniendo alfombra roja al narcotráfico. Los voceros abdistas de la prensa cómplice de la corrupción ahora nos quieren vender el cuento de que todos son iguales. Es decir, nadie es culpable, cuando en realidad queda claro quiénes hicieron de Lalo el hombre poderoso.

Se les cayó el relato farsante y ahora queda recurrir a la vieja confiable: Nenecho. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

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