- Por el Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
- MBA
- jzaratelazaro@gmail.com
Desde hace 12 años que el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) no recibía recursos para destinarlo al mejoramiento de la infraestructura edilicia de escuelas y colegios de nuestro país.
Si nuestros niños no cuentan con una buena infraestructura, difícilmente el proceso de enseñanza-aprendizaje podría dar resultados positivos, siendo una pena la desidia de gobiernos anteriores al no facilitar por más de una década de recursos para mantener la infraestructura de muchas de ellas que se “caen a pedazos”. Cuando que todos los días repetimos que la calidad educativa debe ser una de las principales obsesiones del Gobierno.
El MEC cuenta este año con USD 3 millones, insuficiente, pues no se trata solo de arreglar la parte edilicia, sino también hacer nuevos cableados de la instalación eléctrica, vieja y obsoleta, haciendo muy difícil que puedan soportar la carga de electricidad.
Según el ministro Luis Ramírez, a la fecha de 6.800 locales escolares ya se han reparado más de 3.900, que esperemos ahora que inicia el año lectivo 2025 pueda dar a los niños la comodidad que se los merecen.
Es una “prueba de fuego” para el MEC, que deberá hacer lo imposible porque todas estas deficiencias puedan ser subsanadas en su totalidad, pues de poco o nada sirve que pongamos en ejecución el programa Hambre Cero, si en contrapartida seguimos dando clases bajo los árboles, agudizándose la situación con este agobiante calor que venimos soportando.
Dicho programa que lo está llevando adelante a través del Ministerio de Desarrollo Social, gobernaciones y municipios del interior del país es destacable, pero por más que satisfagan las porciones nutricionales, no se puede dejar de lado la necesidad que nuestros chicos cuenten en sus escuelas y colegios con una infraestructura que les permitan la confortabilidad necesaria para un aprendizaje efectivo, eficiente y eficaz.
Si pretendemos lograr un buen nivel de calidad educativa, la inversión mínima vs. PIB no debería ser inferior al 7 %, y aquí en nuestro país apenitas superamos el 3,5 %.
Esperemos que a través de la alianza estratégica con el MOPC sea este el que se ocupe y se preocupe a través de su equipo de ingenieros y arquitectos, permitiendo tener una “radiografía” en tiempo oportuno de todas las escuelas y colegios que precisen mejoras sustanciales en su estructura edilicia, incluido los mobiliarios básicos, que permitan a los alumnos sentirse cómodos para que dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje recibido de los maestros, nuestros chicos puedan entender y comprender las materias desarrolladas.
Se los debe exigir a los maestros a que se capaciten permanentemente para que lo que se los puedan transmitir en las aulas a niños y jóvenes les pueda ser útil a futuro en sus vidas personales y profesionales.
Nuestro PGN históricamente ha observado un desequilibrio en su estructuración, pues uno de los sectores más carenciados a nivel país ha sido la calidad educativa, cuando que en contrapartida otras instituciones estatales suelen recibir cada año millonarios recursos para el pago de sueldos y otros beneficios a una superpoblación de funcionarios, percibiendo ingresos mucho más allá de los que se los merecen por capacidad e idoneidad con un perfil académico limitadísimo, muchos de ellos apenitas con el ciclo medio concluido.
Nuestra calidad educativa es clave para que podamos tener un país que progrese, crezca y se diversifique en diversas áreas de nuestra sociedad, más aún ahora en que hemos alcanzado el anhelado grado de inversión, que hará que los inversionistas extranjeros se aboquen a la búsqueda de capital humano de calidad.
Una buena calidad educativa, junto a una salud pública que satisfaga las necesidades de nuestra gente, se constituyen en 2 pilares primarios para la consecución de objetivos y metas cuali/cuantitativas, y para que verdaderamente podamos disfrutar de las obras de infraestructura que se puedan llevar adelante. Así de simple.