- Por Jorge Torres Romero
No les sale una a algunos referentes de la oposición, de la disidencia colorada y la prensa carroñera que intentan a toda costa dejar mal parado al gobierno de Santiago Peña o buscan colgarse de cualquier situación para menoscabar su gestión. Esta vez buscaron instalar ante la opinión pública que el mandatario acudió a la toma de posesión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sin contar con una invitación oficial para hacerlo.
Cuando se les demostró que en realidad había una invitación y que provenía del Congreso norteamericano, más específicamente de una comisión bicameral que fue creada para la organización de la ceremonia de traspaso presidencial. Ante la evidencia de la metida de pata y el bochorno, tanto la oposición como los perifoneros de la maldad, en vez de reconocer su error, persistieron en la crítica tratando de encubrir su perverso juego, señalando que en realidad la invitación fue obtenida gracias al lobby realizado e insinuaron incluso algún que otro “favor” recibido a cambio.
Es increíble el nivel de frustración y pichadura que tienen algunos que pueden llegar a inventar o elucubrar este tipo de historias con tal de hacer ruido o lograr algún rédito político, que obviamente hasta ahora solo los llevó al fracaso y así como van, no han aprendido aún la lección.
Habiendo otros temas mucho más relevantes por los cuales preocuparse, pierden el tiempo tratando de encontrar la paja en el ojo ajeno. Es momento de que los políticos comprendan que vivimos en una época en la que ya no se puede engañar a la población y mucho menos convencer a un electorado solo con denuncias superficiales o sin fundamentos, que carecen de seriedad y caen por su propio peso. Realmente dan pena y a veces hasta caen en el ridículo cuando tratan de congraciarse con el pueblo al que menosprecian y lo creen ignorante.
Es cierto que todavía hay muchas cosas por mejorar, pero mientras los políticos sigan buscando el pelo en la sopa, en vez de ponerse a trabajar por proyectos que tengan en el centro a la gente y no solo a su pequeño círculo de amigos, nada va a cambiar.
Más que nunca necesitamos de una oposición seria, que sea propositiva y efectiva, que exija resultados y de una prensa que sea contralora del poder, no simplemente reproductora de rumores u ordenanza de la mediocridad. En definitiva, es hora de dejar de lado el vyrorei y si quieren realmente llegar al poder, trabajen en propuestas concretas y viables que aborden las necesidades y preocupaciones de toda la población. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.