Bolivia celebra el próximo 6 de agosto el bicentenario de su independencia, y el 17 del mismo mes, irá a elecciones generales para renovar a su legislativo y elegir (o reelegir) un presidente.

La confianza en el sistema democrático ha descendido notablemente entre los bolivianos y este fenómeno es responsabilidad de la clase política de ese país; y si nos jugamos a poner nombre y apellido a esta situación, no debemos pensar mucho para mencionar a Evo Morales, el caudillo del Chapare, bastión de los productores de coca en Bolivia y quien quiso emular al fallecido Hugo Chávez, su padrino y financista político.

Evo buscaba perpetuarse de la misma manera que hizo Chávez, utilizando a las instituciones democráticas para darle una apariencia legal a su gestión, hasta que el venezolano murió en una fría cama de La Habana en 2013 (algunos dicen que ya murió en diciembre de 2012).

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Hoy, Evo Morales está acusado de abuso de menor de edad cuando era presidente, cuenta con orden de captura y está refugiado en su bastión, el Chapare, donde es dueño y señor del electorado.

Está impedido para ocupar nuevamente el cargo de presidente por la Constitución, pero a pesar de todo, Evo Morales lidera junto al actual presidente y exdiscípulo, Luis Arce, la intención de votos con 18 % de las preferencias.

Sucede que ese 18 % es el techo de Evo, y Arce posiblemente sea el ganador en primera vuelta, lo que no le asegura ser reelecto.

Mientras tanto, la oposición al oficialista Movimiento al Socialismo (MAS) tiene varios problemas. El principal es que no aprovecharon la coyuntura política y social que se ha presentado en las dos últimas décadas, y no han logrado renovarse para presentar nuevas opciones.

Sus candidatos son Carlos Mesa y Jorge “Tuto” Quiroga, dos expresidentes bolivianos que añoran regresar al poder. También está el detenido gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho; y el alcalde de Cochabamba, Manfred Reyes Villa, un político de centroderecha, quien aparece como el de mayor expectativa de crecimiento electoral por la excelente gestión que realiza.

Los tres primeros han firmado un compromiso para llegar a una candidatura única, como para hacer frente al MAS oficialista.

Las opciones están sobre la mesa y recién en abril comenzarán las diversas campañas electorales. A pesar de su ventaja, el presidente Luis Arce no ha confirmado si irá o no por la reelección. Con Evo Morales, descartado, la ausencia o la derrota de Luis Arce podría marcar una fractura muy grande en el Movimiento al Socialismo, incluso se especula que este escenario podría derivar en su desaparición.

Pero a pesar del ambiente complicado, Bolivia crece en infraestructura, especialmente hacia el sur, Santa Cruz. El aeropuerto de esa ciudad apunta a convertirse en un centro regional de distribución de cargas y pasajeros, mismo deseo que tenemos con el nuestro, con la salvedad de que los bolivianos ya van por la ampliación del aeropuerto Viru Viru y cuentan con una moderna línea aérea con bandera nacional que va uniendo a Santa Cruz con destinos europeos.

Sin embargo, tienen problemas críticos como la falta de dólares, la mala gestión de la explotación del gas (principal recurso del país), y la falta de combustible por lo que hoy Bolivia se ve en la obligación de importar combustibles de Argentina, Rusia y Paraguay.

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