- Por Ricardo Rivas
- Corresponsal en Argentina
“La mirada popular crítica (de la sociedad argentina) habría virado hacia la contemplación y la esperanza”, sostiene el colega periodista Eduardo van Der Kooy en la columna política del diario Clarín de ayer, una de las más leídas e influyentes en este país. Es probable que así sea.
“Por mucho menos, en el pasado reciente y con otros programs de ajuste fiscal, las protestas sociales ocuparon las calles argentinas en todo el país”, expresó a La Nación un influyente diputado oficialista que condicionó la conversación a resguardar su identidad.
Es posible que así sea. De hecho, Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), ante un grupo de periodistas en Washington, lo dijo claramente: “El caso más impresionante (de ajustes fiscales) en la historia reciente es Argentina, donde los efectos han sido profundos, con la implantación de un sólido programa de estabilización y crecimiento”. ¿Quedó claro?
En un puñado de días más el presidente Milei se reunirá nuevamente con ella en Davos donde el mandatario participará por segunda vez del Foro Económico Mundial junto con delegaciones de varios organismos multilaterales y poco más de un centenar de hombres y mujeres de negocios que, mal que le pese al jefe de Estado de este país, acompañan de palabra y hechos los postulados de la Agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que para el local no es una referencia.
Pero, más allá de los halagos de Georgieva, en los hechos oficialmente informados por las partes –Argentina y el FMI– el ministro de Economía local todavía no consigue que este país rubrique un nuevo acuerdo con el Fondo cuyos funcionarios demandan –con respaldo del Directorio del organismo– el fin del cepo cambiario (devaluación) a lo que el señor Milei se resiste porque prefiere mantener –como se suele decir por esas tierras– “el dólar planchado” para tener bajo control la inflación y esperar con ansiedad el 20 de enero para que Donald Trump regrese a la Casa Blanca, un secreto a voces.
De hecho, el señor Milei dijo al Wall Street Journal que el Gobierno de los Estados Unidos descubrió que este país es “un socio digno de confianza” y fue optimista frente a los periodistas de ese medio que lo entrevistaron en que el presidente Trump apoyará un nuevo acuerdo con el FMI.
El presidente argentino, incluso, fue más allá e hizo público que si este país consiguiera un crédito por un monto de unos USD 11 mil millones con el Fondo o en los mercados voluntarios será el momento para comenzar a dejar atrás el cepo cambiario y reducir el crawling peg devaluatorio actual –del orden del 2 % mensual del peso contra la divisa norteamericana– a un ritmo posible del 1 %, aunque también condicionó esos cambios al programa económico a que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) mensual se mantenga en torno del 2,5 %.
Sin embargo, entre algunos especialistas y consultores económicos y financieros persisten las dudas respecto de la política económica que aplica el ministro Caputo. También desde la máxima reserva respecto de su identidad, dos analistas que esporádicamente son consultados por el Gobierno coinciden en señalar que “el esquema de mantener el valor del dólar atrasado genera problemas en la cuenta corriente, lo que –si no corrigen– hará caer las exportaciones industriales, provocará el aumento en la demanda de dólares por viajes al exterior y aumento de las importaciones por crecimiento del consumo en esos parámetros”.
“Por esa razón estratégica el Gobierno apuesta a que los sectores agropecuarios, energéticos y mineros compensen la salida de dólares e incluso permitan la acumulación de dólares para ejecutar los pagos correspondientes a los servicios de la deuda pública”, añadieron los consultados.
No obstante, advirtieron que en este cuadro de situación podría verificarse en sectores como el textil y los ensambladores de electrodomésticos una segura caída en los niveles de producción con el consecuente cierre de fábricas con destrucción de puestos de trabajo “y apuntaron a que es posible que los exportadores de productos pesqueros, pesca o el sector aviar y porcino que tendrán complicaciones que se agravarán después del 20 de enero cuando el presidente Trump llegue a la Casa Blanca e impulse la apreciación del dólar. Un mix complejo al que es necesario añadir las devaluaciones del real en Brasil, del yuan en China y del euro en Europa, lo que los obligará a competir contra las importaciones desde esos países”.
Los expertos, pese a las dudas manifestadas, ratifican a este corresponsal que “lo realizado hasta el momento por el Gobierno era condición necesaria para comenzar a estabilizar la macro, pero por si solo lo realizado no es ni será condición suficiente para garantizar el crecimiento y el desarrollo”.
El señor Milei, el 20 de enero, estará en Washington DC. Desde allí viajará directo a Davos, como ya se dijo. En el regreso a Buenos Aires el Parlamento estará en sesiones extraordinarias a las que él convocó con una agenda muy acotada en la que no se encuentra el presupuesto nacional 2025 que no está aprobado. Mientras, continuará con el cálculo de gastos y recursos de 2023, con un país muy distinto al de entonces. Comienza el año electoral y todo está en juego.