- Por el Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
- MBA
- Consultor financiero
- jzaratelazaro@gmail.com
Históricamente Paraguay ha tenido una alta dependencia de las exportaciones de productos agrícolas en estado natural (materias primas), las que en el 2024 contribuyeron con el 50 por ciento del flujo de ingresos de divisas a nivel país, pudiendo haber sido superior si nos concienciáramos de una vez por todas de que la industrialización es el camino de nuestro progreso y fortalecimiento económico y superávit de nuestra balanza comercial.
Disponemos en ambas regiones del país de una tierra fértil, que nos permite sembrar y cosechar una variedad de granos (soja, maíz, sésamo, maní, chía, entre otros), que con mayor inteligencia y proactividad podríamos industrializarlos en mayor magnitud, pero, sin embargo, no lo hacemos permitiendo que otros países aprovechen nuestra materia prima para darle valor agregado y obtener mejores precios de ventas.
Un claro ejemplo es nuestra soja en grano. Para este año se estima a nivel país una cosecha no menor a 10,5 millones de toneladas.
Disponemos de varias plantas procesadoras con alta tecnología y capacidad productiva, pudiendo ser destinado el volumen necesario para que trabajen a capacidad plena y no como en el 2024 que apenitas alcanzaron el 60 por ciento, mientras Argentina ha absorbido casi el 85 por ciento de nuestras exportaciones de la oleaginosa, utilizado para industrializarlos y satisfacer la demanda a nivel mundial.
El precio de la soja es casi un hecho que este año siga deprimido, debido a la superproducción de Brasil y Argentina que son en la región los que marcan la pauta de su cotización por TM y al ser un producto commoditie siempre estará sujeto a las volatilidades de precios en el mercado internacional.
No se trata de “inventar la pólvora”, sino simplemente darle el lugar que se merece a nuestra industria del cual tanto hablamos y lo alabamos, pero en la práctica lo seguimos desaprovechando, a pesar de ser el sector que cada año tiene mayor contribución al PIB.
Si como país pretendemos seguir manteniendo un nivel de crecimiento sostenible e inclusivo que contribuya a la diversificación productiva, que permitan contar con un variado abanico de productos terminados para exportarlos, los niveles de vulnerabilidad y volatilidad serían inferiores.
Si continuamos en esa tesitura de seguir dependiendo en demasía del sector agropecuario con un limitado nivel de valor agregado, no cabe duda de que nuestro potencial crecimiento siempre estaría expuestos al “humor” de lo que podría acontecer debido a factores exógenos.
Seguimos siendo un país con una alta dependencia de los ingresos de divisas en dólar, profundizándose en la medida que los niveles de demanda son inferiores a lo ofertado, como ha ocurrido el año pasado, por causa de la menor cosecha sojera y bajos precios, haciendo que nuestros ingresos en divisas se redujeron en más de USD 1.000 millones.
Los niveles de importaciones de maquinarias, autovehículos, utilitarios y otros implementos para el sector industrial como el de construcciones con elevado valor unitario hicieron que al cierre de 2024 nuestra balanza comercial fuera deficitaria.
Es hora de que “nos remanguemos” como lo merece el proceso de industrialización de nuestro país, que nos permita una mayor diversificación productiva, generando productos terminados para su venta, pues los efectos positivos multiplicadores sobre nuestra economía que aporta el sector industrial, generando miles de fuentes de trabajo, es lo que más precisamos para que nuestra microeconomía pueda mostrar un perfil diferente.
El efecto derrame o multiplicador que generan mayores fuentes de trabajo fue hasta ahora mínimo, no permitiendo mejorar el estándar de vida de mucha gente, al no contar con un trabajo y, por ende, una fuente de ingreso que le permitan llevar una vida medianamente digna.
Todos los países que fueron exitosos en su proceso de desarrollo y crecimiento económico derivaron del impulso con fuerza de sus sectores industriales, permitiendo una mayor estabilidad económica y de competitividad global.
Somos un país de economía emergente, y ahora más que nunca necesitamos de un despegue de nuestra economía a nivel mundial y que mejor poder hacerlo a través de un fuerte proceso de industrialización.