- Por Luis Vivanco.
- Profesor asociado de la Fundação Dom Cabral, Brasil.
Una gestión estratégica eficiente requiere la definición de objetivos estratégicos, representados en el Mapa Estratégico, que describen cómo la organización se posicionará para alcanzar su visión empresarial. Una vez definidos, los objetivos estratégicos, derivados del análisis SWOT (Fortalezas, Debilidades, Oportunidades y Amenazas), se despliegan en iniciativas estratégicas que abarcan toda la estructura organizacional y se traducen en planes de acción específicos para cada área involucrada.
El plan de acción incluye las actividades que cada sector realizará para contribuir a las iniciativas estratégicas. Estas actividades se clasifican como proyectos (P) o actividades continuas (A) según los siguientes conceptos:
• Proyectos: esfuerzos temporales con inicio, desarrollo y fin programados, destinados a entregar un resultado único dentro de restricciones presupuestarias, satisfaciendo las necesidades de los stakeholders.
• Actividades: esfuerzos permanentes que representan procesos continuos dentro de la organización.
Una vez definidos los planes de acción, que incluyen proyectos y actividades, es fundamental que cada área designe preliminarmente a los líderes de cada proyecto.
Estos líderes actúan como puntos de reporte para el monitoreo y progreso, aunque no necesariamente son los gerentes de proyecto, ya que la ejecución puede requerir la colaboración de varios líderes. El gerente de proyecto, sin embargo, es responsable de la implementación, ejecución y seguimiento, además de gestionar la matriz de responsabilidades del proyecto.
Con los proyectos y líderes identificados, la dirección ejecutiva debe filtrar y priorizar los proyectos más relevantes, estableciendo criterios para identificar aquellos que son estructurantes, es decir, los que impactan significativamente en el logro de los objetivos estratégicos de la organización. Una forma de priorizar proyectos es mediante la matriz BÁSICO, que considera los siguientes criterios:
• Beneficios para la Organización (B)
• Alcance de los Resultados (A)
• Satisfacción del Cliente Interno (S)
• Inversión Requerida (I)
• Cliente Externo Satisfecho (C)
• Operatividad Simple (O)
Cada criterio se califica de 1 a 5 (1 siendo el peor escenario y 5 el mejor), y la suma determina la prioridad, favoreciendo al proyecto con mayor puntaje. Otra metodología para priorizar es la Matriz GUT, que clasifica los problemas según su Gravedad (G), Urgencia (U) y Tendencia (T):
• Gravedad: mide el impacto del problema (1: sin gravedad; 5: extremadamente grave).
• Urgencia: evalúa si el problema puede esperar (1: puede esperar; 5: requiere acción inmediata).
• Tendencia: determina la probabilidad de que el problema empeore con el tiempo (1: no cambiará; 5: empeorará rápidamente).
La calificación en cada categoría se basa en una escala del 1 al 5, y la combinación de estas puntuaciones define la prioridad del proyecto.
Estas metodologías son esenciales para garantizar que los proyectos estructurantes, que tienen mayores impactos organizacionales y riesgos corporativos, sean monitoreados y ejecutados con éxito. Además, deben estar alineados con la estrategia organizacional para evitar posibles conflictos de interés.
Los conceptos presentados son pilares del programa PAEX de la Fundação Dom Cabral, que se enfoca en ampliar la visión estratégica de los líderes empresariales, mejorando su capacidad para resolver problemas, definir competencias gerenciales avanzadas y construir un modelo de gestión orientado a resultados.