Recientemente fueron sancionadas las modificaciones introducidas en la Ley 4457/12 de Mipymes, contemplando una mejora dentro del espectro global de competitividad, creando paralelamente las condiciones que permitan la generación de más fuentes de empleo formal a nivel país, dentro de este importante segmento de negocio, que sigue siendo a nivel mundial el mayor generador de fuentes de trabajo.

Un aspecto destacable se refiere a la activa participación que tuvieron los directivos de la Federación Paraguaya de Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (Fedemipymes), quienes son los que verdaderamente conocen acerca de las necesidades primarias de estos emprendedores, que les permitan apuntar a los objetivos mencionados precedentemente, siendo uno de los más relevantes una vez que se formalicen, la posibilidad potencial de poder acceder al sistema financiero formal para cubrir sus necesidades de capital de trabajo, que hoy en su mayoría siguen haciendo a través de casas de créditos no reguladas por el BCP, con tasas activas elevadas, restándole rentabilidad y competitividad.

Sin duda, una vez formalizadas podrían tener varios beneficios implícitos dentro de sus rubros explotados, pero tengamos en cuenta que las pymes no cuentan con la misma “espalda financiera” de las de tamaño corporativo, por lo que los beneficios de la formalización también deberían venir aparejado con menores cargas impositivas por un tiempo determinado, hasta que se consoliden económica y financieramente, dado que sus niveles de facturaciones distan de aquellas no permitiéndoles cubrir razonablemente su estructura de costos y gastos operacionales y administrativos para que puedan cumplir con el pago a sus empleados del salario mínimo legal, más los aportes jubilatorios al IPS que les permitan cerrar el ejercicio con una gestión económica positiva.

Dicha legislación contempla algunas ventajas impositivas, pero deberían ser extensivas a otras para que nuestros emprendedores sientan que el formalizarse como empresa traerían consigo beneficios cuali/cuantitativos, que les permitan dejar de lado seguir operando informalmente. Aquí el “caracú” de todo esto estará en que nuestros emprendedores, al hacer números, se den cuenta de que efectivamente todo lo que esta ley modificada les está ofreciendo les será beneficiosa, pues es sabido que nadie emprende un negocio para empatar y mucho menos operar a pérdida.

Si bien a nivel microeconómico nuestro mercado viene observando un mayor dinamismo, no olvidemos que muchas de estas pymes que pudieron sobrevivir a la pandemia siguen sin recuperarse plenamente, por lo que el apoyo crediticio, técnico y logístico que puedan recibir de parte del Gobierno y de las entidades financieras sea de utilidad, principalmente en términos de capacitación en manejo de presupuesto financiero, manejo de políticas de marketing, cuentas a cobrar e inventario, segmentación y consolidación de sus mercados objetivos entre otros aspectos que resulten tangible para que puedan salir adelante, crecer, expandirse y diversificar su oferta de negocios dentro de nuestro mercado doméstico y por qué no a posteriori poder crecer hacia afuera.

Si estos aspectos son sopesados, analizados y evaluados correctamente, es dable suponer que no dudarían para emprender su proceso de formalización, ya que el apoyo que puedan recibir no debería ser solo parcial, sino que sientan que les serán beneficiosos desde el punto de vista económico, financiero y patrimonial. Una vez homologado el acuerdo entre la UE-Mercosur, las proyecciones de ensanchar su base de negocios serán relevantes, puesto que por más que de entrada no crezcan hacia afuera, a través de alianzas con otras empresas de mayor porte podrían actuar como proveedores directos de productos terminados, que son los de mayor demanda en el viejo continente, motivándolos para que sigan creciendo y expandiéndose cualitativa y cuantitativamente.

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