EL PODER DE LA CONCIENCIA

Faltan tres días para que finalice el año viejo y comience el 2025, por lo que sería ideal recibirlo de una manera adecuada. No con exceso de bebidas o disparos al aire –que la gente ve como el camino hacia la felicidad–, sino con una nueva visión de lo que pretendemos en este nuevo ciclo que inicia.

Para esta importante tarea recurriremos a un famoso, aunque a estas alturas ya poco recordado escritor y médico ruso llamado Antón Chéjov, quien en 1883 (hace 141 años) publicó un cuento titulado “Poquita cosa”.

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La obra trata sobre el diálogo entre un hombre acaudalado y una institutriz, a quien él llama para pagarle el salario de dos meses. Le recuerda que se habían puesto de acuerdo en que la paga sería de 30 rublos por mes, o sea 60 en total, a lo que ella replica que el monto era de 40 rublos por mes, no 30. Además, había servido durante dos meses y cinco días. El replicó con fuerza que lo tenía anotado y que eran dos meses redondos.

A continuación, le explicó que tendría que descontarle nueve domingos, puesto que esos días no había dado clases a su hijo y también le restaría por tres días de fiesta en los cuales no había trabajado. Ella abrió los ojos con sorpresa e indignación, pero solo se mordió los labios.

Tres días, 12 rublos menos, dijo. Además, durante cuatro días el niño estuvo enfermo, de modo que tampoco tenía derecho al pago de esos días. A continuación, le recordó que ella misma estuvo con dolor de muelas durante tres días, por lo que había pedido permiso para descansar después de las comidas. Haciendo cálculos, del salario apenas quedaban 41 rublos.

A punto de llorar, ella seguía callada, pero él continuó: “El día 31 usted rompió una taza, el niño subió a un árbol y se rompió la ropa y usted debía cuidarlo. Serían 10 rublos menos. A todo esto hay que recordar que la camarera le robó los botines al chico que estaba bajo su cuidado, así que son 5 rublos menos. Aparte hay que recordar que usted pidió prestados diez rublos… A 41 rublos les restamos 27 y el saldo es de 14 rublos…”.

Ella replicó que eran tres rublos y que le se los había pedido a su esposa. El hombre reflexionó, miró su cuaderno y respondió que ese dinero no lo había anotado. Por tanto, a los 14 rublos restaría de nuevo tres y quedarían once rublos. Eso es todo, sentenció el hombre.

Extendió la mano y le entregó los once rublos. Ella con lágrimas corriendo por sus mejillas sonrió y solo dijo: “Gracias”.

Fue cuando el hombre reaccionó y le preguntó por qué le agradecía. Ella explicó que era por el dinero, pero él la increpó puesto que no podía entender ese agradecimiento si acababa de desplumarla, de asaltarla y de robarla. Ella, tímidamente, dijo que en otros sitios ni siquiera le daban dinero.

Finalmente, el hombre le indicó a la institutriz que todo había sido una broma y que encima de la mesa estaban sus 80 rublos en un sobre. Pero le interrogó cómo era posible que fuera tan tímida, por qué se callaba ante el abuso, cómo se podía ser tan “poquita cosa”.

La narración termina con una frase de ella, que al retirarse dice: “¡Se puede!”. Entonces el autor reflexiona: ¡Qué fácil es en este mundo ser fuerte!

Al terminar el 2024 vemos cientos de ejemplos de clara opresión que ya no deberíamos más tolerar en 2025. Desde el aumento desmedido de los productos a fin de año que sólo sirven para –como dice Chéjov– “desplumar” los aguinaldos, o tolerar los sueldos desmedidos de ciertas autoridades, o la indignante atención del IPS, o la caradurez de los políticos que en lugar de pagar sus fechorías en la cárcel se lanzan en nuevas campañas como si no hubieran robado, o la habitual inacción de la Justicia que siempre da excusas y no la probidad que debiera.

¿Somos tan poquita cosa, como afirma el escritor ruso? Tenemos todo un año para averiguarlo.

Etiquetas: #ser fuerte

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