Se fue el querido padre Aldo Trento, quien fue conocido mundialmente por sus obras al frente de la Fundación San Rafael, surgida en el barrio de la parroquia del mismo nombre. Sin embargo, la historia del padre Trento no se reduce solo a las grandes obras materiales que deja como legado pues mucho antes, él había iniciado en Paraguay una labor cultural que había convertido a su comunidad en una “pequeña reducción”, tal como lo habían hecho en su momento los jesuitas y franciscanos en nuestro país, fascinados por este “paraíso terrenal”. Al respecto, sostenía siempre que “la belleza, no la fuerza, es la que conquistó a los guaraníes”.
Los “parroquianos” de San Rafael recuerdan hasta hoy sus épicas homilías y los imperdibles boletines parroquiales que tenían como lema: “Católicos hasta la muerte”, donde literalmente nadie se salvaba. Es que por sus venas corría sangre de revolucionario. Solía recordar que cuando enseñaba en una escuela del sur de Italia instaba a sus estudiantes a preparar panfletos, asambleas y organizaba manifestaciones políticas, hasta que conoció a unos chicos del movimiento Comunión y Liberación que le llevaron a preguntarse radicalmente sobre el sentido ya casi olvidado de su vocación.
Así conoció al fundador de dicho grupo, Luigi Giussani, a quien confesó que se había enamorado. Como respuesta, le propuso en 1989 que venga de misión al Paraguay para volcar todo ese amor a los pobres. El resto de la historia ya es conocida. Muchísimas personas –sobre todo jóvenes– a quienes el padre Aldo rescató y ayudó en medio de un mundo cada vez más carente de sentido, lo pueden testimoniar.
En un artículo publicado en abril de 2020 por el semanario italiano Tempi, el padre Trento describía perfectamente lo que significó en su vida esta gran presencia que lo acompañó hasta el último minuto de su existencia: “Yo soy nada, pero deseo a Dios y esto es lo que mantiene viva la llama de nuestra esperanza”. El cristianismo es una belleza que se impone y los santos nos hablan de esta verdad, pues ellos han sido personas enamoradas de Cristo que se manifestaron a los ojos del mundo por la belleza divina que portaban dentro; una luz, una fascinación que emerge en quienes los encontraban y les nacía esta pregunta: “¿Quién es este hombre, esta mujer tan excepcional que me ha amado como nunca antes nadie me amó?”.
Sin dudas, “el cristianismo es una belleza que se impone” y los enamorados de Jesús como el padre Aldo Trento, en el tiempo, nos ayudan a comprenderlo. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.
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Dan el último adiós al padre Aldo Trento
El padre Patricio Hacin, cura de la parroquia San Rafael, destacó que se decidió que el velatorio del padre Aldo Trento se celebre de manera ininterrumpida, recibiendo en todos los horarios a quienes quieran dar el último adiós al padre Trento. Confirmó que el velorio será hasta las 10:00 de la mañana de hoy lunes, cuando sus restos partirían a la que sería su última morada.
“Estamos felices de recibir a todos los que quieran venir a verle y despedirse del padre Aldo e invitamos a todos a que vengan a conocer también la obra que él ha hecho, que está aquí al lado mismo de la parroquia, porque es la obra a la que dedicó su vida”, comentó el padre Hacin en conversación con el canal de noticias NPY.
El mismo comentó que el testimonio de vida que han brindado quienes conocieron y fueron tocados por la bondad del padre Trento es la manera más maravillosa de despedirlo. “La misión ahora continúa; queda la misión a la Iglesia, a todos los que conocen la obra, a todos los que lo han conocido en persona. Es una continuidad que no depende mucho de la fundación en sí misma, porque es una obra paraguaya; así que los invitados a hacerse cargo del legado del padre Aldo somos todos”, finalizó el padre Hacin.
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Falleció el destacado sacerdote Aldo Trento a los 77 años de edad
En la mañana de ayer viernes se confirmó el fallecimiento del padre Aldo Trento, creador de la Fundación San Rafael y de la Clínica Divina Providencia, que asiste a enfermos en situación de vulnerabilidad. El sacerdote llevaba meses con una situación frágil de salud. La información fue confirmada por Enrique Cáceres Rojas, director ejecutivo en Fundación del Clero Arquidiocesano a la 780 AM.
El fallecimiento se habría dado por un infarto, que no sería el primero que sufrió, ya que su estado de salud había empeorado en los últimos meses debido a patologías de base que presentaba y las últimas semanas se encontraba hospitalizado en terapia intensiva.
Los restos del padre Aldo Trento son velados en la parroquia San Rafael, de Asunción, lugar que fue su casa desde que llegó al país y desde donde impulsó todas sus obras de caridad. El sacerdote fue comparado en muchas ocasiones con la madre Teresa de Calcuta por su vocación de ayuda hacia los enfermos y su entrega a causas sociales.
El reconocido sacerdote italiano falleció a los 77 años luego de haber vivido en Paraguay por más de tres décadas y haberse dedicado por completo a atender y visibilizar las necesidades de los enfermos en situaciones vulnerables, siendo inclusive reconocido por el papa Francisco por dicha labor durante la visita en julio de 2015.
En 2018 la Cámara de Senadores otorgó un reconocimiento al sacerdote por la asistencia a personas de escasos recursos y enfermos terminales; su popularidad por su destacado trabajo a favor de los más necesitados inclusive traspasó fronteras, consiguiendo la ayuda en muchas ocasiones de organismos católicos internacionales para continuar con su labor al frente de la organización San Rafael.
Sus restos son velados en la parroquia San Rafael
Se prevé que el velatorio sea de manera ininterrumpida al menos hasta el lunes.
Los restos del padre Aldo Trento son velados desde las 15:00 de ayer en la sede parroquial de su fundación San Rafael, ubicado en Charles de Gaulle 1645, entre Alfredo Seiferheld y José Martí, del barrio Tembetary de Asunción. El padre Patricio Hacin, cura de la parroquia San Rafael, confirmó que se decidió que el velatorio se celebre de manera ininterrumpida, al menos hasta el lunes, y que será sepultado en Paraguay.
“Fue internado en varias ocasiones en sanatorios privados, pero desde hace unas semanas estaba intentando en la Divina Providencia, su clínica donde él recibía a sus enfermos, porque él nunca toleró estar mucho tiempo internado fuera y será enterrado en Paraguay porque su deseo siempre fue permanecer en Paraguay”, comentó el padre Hacin, a través del programa “Dos en la ciudad”, emitido por el canal GEN y Universo 970 AM/Nación Media.
El religioso destacó que el velorio será abierto para todo público, atendiendo justamente los deseos del padre Trento, quien siempre consideró a los paraguayos sus hermanos y, por sobre todo, parte de su familia. Respecto a su fallecimiento, el padre Hacin reconoció que el sacerdote italiano se encontraba ya muy delicado de salud tras años de haber luchado con una enfermedad que lo aquejaba de manera brutal.
“Él se fue muy tranquilo, se fue en paz, acompañado de nosotros, estamos tranquilos porque las cosas como él las esperaba, el Señor se las permitió, se lo llevó con los suyos, murió entre sus pobres, fue algo bello; él siempre recibió mucho cariño por parte de todos”, remarcó el cura párroco de la iglesia San Rafael.
El padre Trento “solo supo dar amor al prójimo”
El reconocido sacerdote italiano falleció a los 77 años, luego de haber vivido en Paraguay por más de tres décadas.
El presidente de la Asociación Nacional Republicana (ANR) y expresidente de la República, Horacio Cartes, rindió un homenaje a la memoria y el legado del padre Aldo Trento. El día de ayer se confirmó el fallecimiento del creador de la Fundación San Rafael y de la Clínica Divina Providencia, que asiste a enfermos en situación de vulnerabilidad.
Cartes resaltó principalmente el amor al prójimo que pregonó el padre Trento desde su fundación y la clínica, ayudando y asistiendo a las personas que acuden estos lugares, principalmente a los más desprotegidos.
“Acudió a los brazos de su amado Dios, una persona que solo supo dar amor al prójimo, especialmente a los más desprotegidos. Que el Señor te reciba en su gloria eterna, querido amigo Aldo Trento. Mis condolencias a sus familiares y a su congregación religiosa”, expresó el presidente de la ANR en su red social.
El reconocido sacerdote italiano falleció a los 77 años, luego de haber vivido en Paraguay por más de tres décadas. Se dedicó a la atención y visibilización de las necesidades de los enfermos que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad, siendo inclusive reconocido por el papa Francisco por dicha labor, durante la visita al país en julio de 2015.
Los restos del padre Aldo Trento serán velados a partir de las 15:00 en la parroquia San Rafael, en Asunción, lugar que fue su casa desde que llegó al país y desde donde impulsó todas sus obras de caridad. El sacerdote fue comparado en muchas ocasiones con la madre Teresa de Calcuta por su vocación de ayuda hacia los enfermos y su entrega a causas sociales.
EL CAMINO DEL PADRE TRENTO
En una de las últimas entrevistas ofrecidas por el padre Trento a la organización católica Infinito+1 en su programa “Hagan lío” recordaba su camino al sacerdocio, ya que desde los 11 años había ingresado al seminario por su propia voluntad tras sentir el llamado al servicio. Tras 14 años de preparación fue ordenado sacerdote en 1972.
Recordó que una de las películas que lo inspiró profundamente fue una que relataba la vida del padre Damiano, quien por su labor de cuidar leprosos se había contagiado de la enfermedad y, a pesar de eso, continuó cuidando de los más necesitados.
“Yo le dije a mi mamá: ya he decidido qué hacer de mi vida, quiero ser sacerdote y cuidar de los enfermos, de ser posible de los leprosos”, comentaba.
Tras varios años como sacerdote en Italia llegó a Paraguay el 11 de setiembre de 1989. “Tras un tiempo me di cuenta de la pobreza y el abandono en que se encontraban muchas personas. Conocí a Aldito y luego a Mario, un anciano a quien llevé a mi casa y ahí empezó esta obra”, relataba.
Sin duda alguna, la huella que deja el padre Aldo Trento en Paraguay es imborrable, ya que dedicó su vida a favor de quienes más lo necesitaban, acompañándolos en sus momentos más difíciles y brindando un espacio digno para cientos de personas que hoy lamentan su pérdida.
ALLEGADOS LLORAN SU PÉRDIDA
El comunicador católico Pedro Kriskovich, en conversación con el programa “Dos en la ciudad”, emitido por GEN y Universo 970 AM/Nación Media, recordó con gran amor y admiración al sacerdote italiano.
“Él cuidaba de los olvidados que andan por la calle, los miraba y abrazaba y decía: esta gente no puede andar por la calle. Él tenía ese espíritu e ímpetu de vivir la vida con pasión y yo creo, sin temor a equivocarme, que esa es la santidad, porque el santo es el hombre verdadero, como él decía, y ojalá tengamos ese ímpetu y esa mirada en todos los aspectos de la vida”, comentó Kriskovich.
Así también, reflexionó sobre el legado dejado por el padre Trento, no solo con su fundación y clínica, sino como un ejemplo de vocación, preocupación hacia el prójimo y servicio incansable por los más necesitados. Trento dirigió la Fundación San Rafael y la clínica Divina Providencia, que se encargaba de recibir a enfermos en situación vulnerable y en estado terminal, todos quienes lo conocieron expresaron su profundo pesar y recogimiento.
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Murió el padre Aldo Trento
En la mañana de este viernes se confirmó el fallecimiento del padre Aldo Trento, creador de la Fundación San Rafael y de la Clínica Divina Providencia, que asiste a enfermos en situación de vulnerabilidad. El sacerdote llevaba meses con una situación frágil de salud. La información fue confirmada por Enrique Cáceres Rojas, director ejecutivo en Fundación del Clero Arquidiocesano, a la 780 AM.
El fallecimiento se habría dado por un infarto, que no sería el primero que sufrió, ya que su estado de salud había empeorado en los últimos meses debido a patologías de base que presentaba y las últimas semanas se encontraba hospitalizado en terapia intensiva.
Los restos del padre Aldo Trento serán velados a partir de las 15:00 en la parroquia San Rafael, de Asunción, lugar que fue su casa desde que llegó al país y desde donde impulsó todas sus obras de caridad. El sacerdote fue comparado en muchas ocasiones con la madre Teresa de Calcuta por su vocación de ayuda hacia los enfermos y su entrega a causas sociales.
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El reconocido sacerdote italiano falleció a los 77 años luego de haber vivido en Paraguay por más de tres décadas y haberse dedicado por completo a atender y visibilizar las necesidades de los enfermos en situaciones vulnerables, siendo inclusive reconocido por el papa Francisco por dicha labor durante la visita en julio del 2015.
En el 2018 la Cámara de Senadores otorgó un reconocimiento al sacerdote por la asistencia a personas de escasos recursos y enfermos terminales; su popularidad por su destaca trabajo a favor de los más necesitados inclusive traspasó fronteras, consiguiendo la ayuda en muchas ocasiones de organismos católicos internacionales para continuar con su labor al frente de la organización San Rafael.
El camino del padre Trento
En una de las últimas entrevistas ofrecidas por el padre Trento a la organización católica Infinito+1 en su programa “Hagan Lío” recordaba su camino al sacerdocio, ya que desde los 11 años había ingresado al seminario por su propia voluntad tras sentir el llamado al servicio. Tras 14 años de preparación fue ordenado sacerdote en 1972.
Recordó que una de las películas que lo inspiró profundamente fue una que relataba la vida del padre Damiano, quien por su labor de cuidar leprosos se había contagiado de la enfermedad y, a pesar de eso, continuó cuidando de los más necesitados. “Yo le dije a mi mamá: ya he decidido qué hacer de mi vida, quiero ser sacerdote y cuidar de los enfermos, de ser posible de los leprosos”, comentaba.
Tras varios años como sacerdote en Italia llegó a Paraguay el 11 de setiembre de 1989. “Tras un tiempo me di cuenta de la pobreza y el abandono en que se encontraban muchas personas. Conocí a Aldito y luego a Mario, un anciano a quien lleve a mi casa y ahí empezó esta obra”, relataba.
Sin duda alguna, la huella que deja el padre Aldo Trento en Paraguay es imborrable, ya que dedicó su vida a favor de quienes más lo necesitaban, acompañándolos en sus momentos más difíciles y brindando un espacio digno para cientos de personas que hoy lamentan su pérdida.
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Universidad y proceso revolucionario
- Por Aníbal Saucedo Rodas
- Periodista, docente y político
Varios años atrás, en algún lugar había leído: “La revolución no se hace en las universidades, sino desde las universidades”. Me suenan dos nombres de intelectuales como posibles autores de tal afirmación (uno venezolano y el otro peruano), pero evitaré citarlos para no originar eventuales correspondencias equívocas en el futuro. Pero la frase es real. El artículo, publicado en una revista –de esas que se extravían en mi propia hemeroteca–, reflejaba el descarnado proceso latinoamericano por el cual aquellos espíritus inflamados de rebeldía se convertían con el tiempo en profesionales indiferentes al drama socioeconómico y cultural de las mayorías históricamente explotadas y aplastadas por oligarquías criollas y multinacionales ajenas. “Éramos 400 los universitarios del grupo Avance, el más vigoroso de la izquierda chilena –relataría Salvador Allende en su icónico discurso ante los estudiantes de la Universidad de Guadalajara, México, el 2 de diciembre de 1972–; de los 400, solo dos quedamos en la lucha social”. Quienes hemos presenciado, en la década de los ochenta, el resurgimiento robusto de la insumisión cívica en las diferentes facultades de Asunción, sabemos que es así.
Apenas unos cuantos, muy pocos, una vez egresados, incursionaron en movimientos políticos o intentaron crear su propia organización partidaria como herramienta eficaz para operar el cambio real y sustantivo que el Paraguay reclamaba con sentido de urgencia. Y estamos hablando de jóvenes con un coraje admirable para enfrentar a un régimen que no tenía miramiento alguno para reprimir a garrotazos las más pacíficas manifestaciones de exigencia sectorial, que la dictadura interpretaba como un gesto de osada irreverencia a la autoridad. Para sus voceros, todos eran “comunistas” que pretendían desestabilizar el “gobierno patriótico” del general Alfredo Stroessner. Sus líderes, consecuentemente, eran sistemáticamente apresados sin más trámites que “la orden superior”. Contrariamente a lo que esperaban los esbirros de la barbarie, las movilizaciones volvían a cobrar fuerza y resistencia, esta vez para exigir la liberación de sus compañeros detenidos.
Cuando cae la dictadura estronista, el 3 de febrero de 1989, el Frente Independiente de Estudiantes de Ingeniería (FIEI) jamás había perdido una elección en la disputa por el Centro. De mi época de cronista recuerdo a Diego Corvalán Amigo, Hernando Basili y Gustavo Candia, este último llegó a ser diputado por el Partido Encuentro Nacional (PEN). El otro frente, el de Medicina, por el contrario, había sufrido una derrota provocada por la estrategia del retorno masivo de estudiantes que se encontraban en el exterior (Argentina), quienes contribuyeron para que el oficialismo se apoderara del gremio. Pero este dominio duró poco. Para mediados de los ochenta, el Centro de Estudiantes de Medicina estaba de vuelta en poder del FEM, de la mano de Carlos Filizzola. Tenía como aliados a Héctor Lacognata, Lilian Soto, Desirée Masi, Enrique Bellasai, entre otros. El Hospital de Clínicas, a través de su asociación de médicos, también empezó con sus demandas de mayores presupuestos. Ahí estaban Ursino Barrios, Francisco Perrotta, Juan Masi, Antonio Arbo, Aníbal Carrillo Iramain, José Bellasai, Amado Gil, Maricarmen Villamayor, Alfredo Boccia y otros cuyos rostros permanecen fijos en la memoria, pero no así sus nombres. Las enfermeras habían creado su propia asociación bajo el liderazgo de Elsa Mereles. El colega y amigo Yiyo Riveros tuvo la paciencia de documentar en un libro aquellos días gloriosos del Hospital de Clínicas.
Esta ebullición de insurgencia pacífica se había extendido a otras facultades tradicionalmente copadas por estudiantes afines al Gobierno. Del sector de los colorados no alineados, Paraguayo Cubas sienta plaza en la Facultad de Derecho y José Alberto Alderete en la de Economía. Aun más entusiasmados, un grupo de egresados de la Universidad Nacional de Asunción y de la Católica, con varios dirigentes sociales, fundan el Movimiento Democrático Popular (MDP), convertido luego en partido político. Absorbido por el proyecto Asunción Para Todos (APT), su más grande éxito compartido fue la victoria de Carlos Filizzola, en 1991, para convertirse en intendente de la municipalidad de la capital. Ni el uno por ciento de aquella generación talentosa y valiente optó por continuar la lucha por otros medios. Algunos, muy pocos, repito, sin embargo, decidieron donar su tiempo a los hospitales públicos a cambio de un salario que no se compadecía de sus categorías profesionales y especializaciones.
Volvamos al presente. Las protestas de los universitarios por la vigencia del Arancel Cero son legítimas, tan legítimas como el programa Hambre Cero en las Escuelas. Pero el planteamiento de derogar el segundo para mantener el primero, así como está encarado por los medios de comunicación y los líderes estudiantiles, me parece una actitud elitista. Y excluyente por aquel cántico de que “el que no salta es colorado”. Por lo demás, considero poco factible que estemos ante una generación estudiantil que va a transformar el Paraguay en los siguientes años. Tengo mis dudas, fundadas en la observación sistemática de los hechos, de que estos jóvenes puedan dar el gran salto de pasar de las reivindicaciones restringidas y puntuales a la lucha por los derechos sociales de las clases proletarias. Ya lo dijo alguien que sabe, Salvador Allende: “La revolución no pasa por la universidad, y eso hay que entenderlo; la revolución pasa por las grandes masas, la revolución la hacen los pueblos; la revolución la hacen, esencialmente, los trabajadores”. De aquellos 400 universitarios de ímpetus progresistas, lo cuenta el propio Allende, solo dos se inscribieron para luchar al lado del pueblo. El resto se dedicó a juntar dinero. Que tampoco es delito. Buen provecho.