• Por Felipe Goroso S.
  • Columnista político

El escritor y el poeta, lo mismo que el pintor y el escultor o el músico objetivan en las obras de arte la peculiar concepción estética del pueblo, y el estadista, que actúa sobre la sociedad, da expresión al ideal de los grupos sociales. Porque comprende que gobernar es interpretar y ejecutar los intereses colectivos, con la mayor fidelidad posible. Tal como el proceso de la cultura. Todo valor intelectual contiene esta trilogía: la belleza, el bien y el provecho. Nos encontramos frente al valor integral que sintetiza en cada creación cultural las tendencias esenciales de los seres humanos.

Hay que hacer hincapié en los valores autóctonos, los propiamente nuestros y que hacen y construyen nuestra paraguayidad. Toda expresión cultural es política y debe tender a crear condiciones que hagan posible la preeminencia de los valores autóctonos por encima de aquellos que buscan imponernos desde afuera y colonizarnos. Toda cultura impregna a una sociedad y hace mas aptos a sus individuos.

En una democracia, la cultura busca hacer posible la aparición del hombre libre y contribuir a la integración social. La cultura fue, es y será popular o sencillamente no será. Por eso es obligación del Estado y de los diferentes poderes que lo integran, dotar de saber, al menos de lo indispensable a cada ciudadano. La cultura anima y hará posible paraguayos libres y virtuosos. Alcanza su primacía como principal responsable de la educación. Es tarea colectiva, es obra del pueblo y no de unos pocos autoseleccionados.

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El saber heredado, las conquistas políticas y sociales, la libertad, la democracia, son todos valores culturales que se pretenden desconocer para enfocarse solo en lo superficial. La cultura es una permanente búsqueda por salvar almas que precisa de profetas y voceros que encarnen la mística nacional. Cantando salmos que formen discípulos. Restaurar el sentido común, rescatarlo de un oscurantismo que hoy justifica la censura para que nadie se ofenda, la corrección política y puritanismo que pretenden que no se apunte con la firmeza, lucidez y valentía necesarias estas cuestiones que incomodan al statu quo.

La política; esa mala palabra que empieza con p y termina con a, nos dice que la cultura es un campo que por décadas estuvo cooptado por el progresismo y la izquierda. También fue un arma disparada desde el globalismo y las ONG. En los últimos años se ha podido ver cómo la nueva derecha conservadora ha decidido no dejar el arco libre, es un ángulo en el cual se cuecen y cuelan muchas ideas que luego terminan siendo implantadas en distintos segmentos del electorado. Referentes como Viktor Orban, Donald Trump o el mismo Javier Milei, lo han entendido y les ha dado resultados. Comprendieron que la batalla que hay dar es cultural. Tocará hacer lo mismo en Paraguay donde será uno de los temas que se abordará en próximos desafíos electorales.

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