El acceso a la educación es un derecho adquirido para todos, sin excepción, que debe acompañarse con calidad dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje para que podamos visualizar en nuestros niños y jóvenes la transformación social, cultural y económica que nos permitan crecer, progresar y ocupar un espacio dentro de la sociedad.

Se constituye en un importante motor del desarrollo y uno de los instrumentos más eficaces orientados a la reducción de la pobreza y mejora en la calidad de vida de todo ciudadano, pues la carencia de una educación de calidad y de un buen estado de salud, las obras de infraestructura tendrían un valor relativo, ya que no lo vamos a poder disfrutar a plenitud.

Desafortunadamente, la educación en nuestro país ha sido postergada por gobiernos anteriores, patentizándose en los escuálidos resultados obtenidos por nuestros docentes en las últimas pruebas para medir su capacidad intelectual, traduciéndose a su vez en pobres resultados en la capacidad de entender y comprender de nuestros niños y jóvenes.

Si bien se están haciendo esfuerzos por ir revirtiendo estas falencias gradualmente, queda aún mucho por hacer en materia de educación a nivel país que nos permitan algún día estar a la altura de otros países, que nos superan por varios cuerpos por la diferencia de calidad educativa que reciben de sus maestros, lo cual lo sentimos “en carne propia” cuando hacemos algún curso en el exterior.

La educación constituye en una poderosa herramienta para todos. Solo con calidad educativa podremos inculcar a nuestros niños y jóvenes la importancia del razonamiento y pensamiento crítico, dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje.

Una gran parte de la sociedad paraguaya requiere recibir más y mejor nivel de calidad educativa en forma integral.

Precisamos hacer una reingeniería y revisión global de la malla curricular dentro del ciclo primario y medio que nos permita la consecución de un capital humano de calidad a su vez que nos permita superar situaciones de pobreza y extrema pobreza, constituidos en uno de nuestros mayores problemas, pero factible de superarlo con confianza y convicción.

El objetivo primario de nuestra educación a nivel primario y medio es lograr una “revolución” que nos permita alcanzar mayores niveles de desarrollo económico y social junto a la potencialidad de ir generando más fuentes de trabajo, que es lo que más precisamos para nuestra población económicamente activa muchos de ellos deambulando sin éxito.

Por más que el señor Gustavo Alfaro sea un experto en el buen manejo de la inteligencia emocional de sus jugadores, logrando hasta ahora positivos resultados, si todo lo que ha transmitido hace unos días a los docentes no se lo lleva a la práctica podría quedar retumbando en sus oídos la capacidad motivacional, asertiva y empática de Gustavo Alfaro, pero insuficiente para lograr los resultados positivos anhelados en el corto/mediano plazo.

Daniel Goleman y John Maxwell podrán también transmitirles todo ello, pero si nuestros docentes no los plasman en la realidad dentro de las aulas y que se lo transmitan a sus alumnos, al final todo podría terminar en “bellas palabras” y expresiones de deseo.

Alfaro habló de los sueños, desafíos y las ganas de construir algo lindo, tratando de recuperar todo lo positivo que marcaron la historia de nuestro país, pero si nuestros maestros “no se proponen y se remangan” mejorando sustancialmente la calidad educativa, las buenas intenciones podrían al final quedar “por el camino”.

La educación constituye uno de los aspectos de mayor trascendencia dentro de nuestra sociedad, pero poco o nada podríamos cambiar ni visualizar mejoras si nuestras autoridades no delinean planes estratégicos de acción con coordenadas bien definidas para que mañana lo transmitido por el señor Alfaro pueda dar los frutos que se esperan transformándolo de sueño a una realidad consumada.

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