- Por Juan Carlos dos Santos
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A medida que se aproxima la Navidad, es mal momento para ser un creyente cristiano en el norte de Siria, donde habita la mayoría de ellos.
Este país ni ha salido de una larga guerra civil que ya costó cerca de medio millón de vidas y se encuentra en otra encrucijada, y esta amenaza con ser peor.
Los medios hablan de la irrupción de un grupo de carácter salafista yihadista, el Hay’at Tahrir al-Sham (HTS) y que ya controla Aleppo, la segunda en importancia de la República Árabe Siria, pero, ¿qué tiene de diferente esta ideología del islam?
Los salafistas yihadistas interpretan de manera ultraconservadora los preceptos islámicos sunitas y su objetivo es, casi nada, lograr que toda la humanidad se convierta a las creencias puras de esta religión que predomina en el Medio Oriente y que se ha extendido de manera vertiginosa a todo el mundo.
Esta rama islámica se considera “pura”, y su manera de vida, pero sobre todo su comportamiento, es similar a como se comportaba el mundo islámico durante los tres primeros siglos, luego de que el profeta Mohammed (Mahoma) haya dado origen a esta religión en el año 610 de la era cristiana.
Un salafista está obligado a desconfiar de los valores y del modo de vida occidental. Obviamente imponer la ley sharia dentro de un Estado islámico puro y con un solo gobierno mundial, es su objetivo final. Suena a serie de superhéroes e incluso hasta a ciertas tiras cómicas de década atrás.
Sería incalculable el daño y el dolor que crearán aunque más temprano que tarde serán derrotados por cualquiera. Podrían ser los propios sirios, los rusos, los norteamericanos, alguna coalición internacional, los kurdos y hasta incluso, aunque parezca confuso, una alianza (bajo la mesa) entre Israel e Irán. Al fin y al cabo “los enemigos de mi enemigo, son mis amigos”.
El jefe del ejército israelí dijo claramente que su país “no permitirá bajo ningún punto de vista la transferencia de armas iraníes desde Siria hacia el Líbano”, donde Israel combate al grupo Hezbollah.
Más evidente no podría ser. Para Israel, Irán no deberá enviar armas desde Siria al Líbano, pero no mencionan el envío de armas iraníes a Siria, para ayudar al gobierno de Assad. Lo que no está prohibido está permitido.
Absolutamente a nadie le conviene que un grupo ultrarradical, hablamos de un nuevo ISIS o Estado Islámico, controle un país como Siria, que tiene fronteras con Israel, con Irán, con Líbano, con Irak y con Jordania.
Todos estos países mencionados son enemigos de HTS, porque los salafistas consideran infieles o impuros a los chiitas (Irán, Irak y Líbano), a los sunitas moderados (Jordania, parte de Irak y Siria), a todos los cristianos y, por supuesto, a los judíos.
HTS se ha formado con restos del grupo terrorista al Nusra, una escisión de al Qaeda, tras la muerte de Bin Laden. Estamos frente a un grupo que no tendría reparos en cortar el cuello a un “impuro”, sin importar si es hombre o mujer ni la edad. Tampoco tendrían reparos en secuestrar un avión y estrellarlo en alguna ciudad, tal como hizo al Qaeda en el 2001 y mientras escribimos y leemos esto, Aleppo ya ha caído.
Por eso llama la atención que los organismos internacionales como las Naciones Unidas o la Unión Europea se mantengan en silencio ante un nuevo grupo radical que está tomando el control de un país que tiene a un dictador laico al frente, el menor de los males para la coyuntura de una región como el Medio Oriente.