- Por Guilherme Amado
- Profesor asociado de la Fundação Dom Cabral, Brasil
La realización de benchmarks siempre ha sido un deseo de los empresarios con el fin de comparar las características y cifras de su empresa con otras en el mercado y así determinar qué puntos necesitan ser mejorados y en qué aspectos se está bien.
Cuando hablamos de comparar la rentabilidad de las operaciones, esta curiosidad es aún más notable y, no raramente, los empresarios tienden a comparar sus empresas utilizando indicadores incorrectos o con base en parámetros inadecuados.
Cuando hablamos de beneficios, lo ideal es siempre comparar tu empresa con otra a través del margen de EBITDA o la relación del EBITDA de un período dado con los ingresos netos generados en ese mismo período. Los ingresos netos se toman como punto de comparación por convención, pero también porque es un parámetro más limpio que los ingresos brutos. Los ingresos brutos incluyen devoluciones a deducir, diferentes tasas de impuestos según la región donde opera la empresa y descuentos que aún deben ser aplicados. Vale la pena recordar que EBITDA es el acrónimo en inglés para el margen operativo antes de impuestos sobre la renta, depreciación de los activos fijos, amortización de los activos intangibles y los gastos e ingresos financieros, pudiendo ser visto como el margen exclusivamente operativo de la empresa que llega a la caja.
Algunos tienden a utilizar el margen neto como parámetro de benchmark, pero olvidan que este margen está altamente influenciado por la decisión de apalancar financieramente una empresa, lo que afecta su estructura de capital, pero no su operación, la cual está determinada por sus ventas, estructura de costos, gastos administrativos y comerciales, posicionamiento de mercado, mezcla de productos, entre otros aspectos de la operación.
Considerar el margen bruto tampoco es una buena práctica, ya que este indicador solo tiene en cuenta los costos incurridos durante el periodo y olvida el peso de los gastos o de la estructura comercial y administrativa en el negocio.
Volviendo al EBITDA, cuando analizamos algunas empresas del mercado, es común encontrar supermercados con márgenes de EBITDA entre el 4 % y el 8 % de los ingresos netos, mientras que las industrias suelen tener márgenes cercanos al 20 % o más, y en el caso de las empresas generadoras de energía eléctrica (pequeñas PCHs), este margen supera fácilmente el 50 % o incluso el 60 %. Pero, ¿qué hace que sectores tan distintos tengan niveles de rentabilidad tan diferentes?
Podemos verlo de tres formas. En primer lugar, dependiendo de la intensidad de activos (máquinas, inmuebles, etc.) de la empresa, un margen de EBITDA más alto es necesario para cubrir la alta depreciación de los activos fijos y aún así generar beneficio final, lo que denota el alto costo y gasto del uso de estos activos. Así, los sectores con mayor inversión en activos fijos deberán generar márgenes de EBITDA más altos.
En segundo lugar, después de pagar la depreciación y el impuesto sobre la renta, el EBITDA se utilizará para remunerar los capitales de la empresa, ya sean bancos, representados por los intereses o gastos financieros, o socios, representados por el beneficio, y las empresas que consumen mucho capital en su financiamiento (ya sea por la necesidad de capital de trabajo o de activos fijos) necesitan un EBITDA alto para garantizar la correcta remuneración de estos capitales.
En tercer lugar, tenemos el giro del negocio o el uso de los activos para generar ingresos. Las empresas que generan muchas ventas por real invertido en activos pueden tener un margen porcentual más bajo por cada unidad vendida (EBITDA) y aun así producir un gran retorno (la relación entre los beneficios y el capital invertido), mientras que las empresas que no rotan mucho sus activos (como es el caso de las PCHs) deberán generar un alto margen porcentual en cada una de las pocas unidades vendidas para garantizar un retorno compatible con los capitales que las financian.
Finalmente, vale la pena mencionar que, dada la disparidad de los niveles de márgenes de EBITDA entre los diversos sectores, cada empresa solo debe compararse con otras dentro del mismo segmento y, de preferencia, en períodos de tiempo idénticos para evitar los efectos de la eventual estacionalidad de las ventas sobre los márgenes, lo que distorsionaría la comparación.