- Por Ricardo Rivas
- Corresponsal en Argentina
- X: @RtrivasRivas
El primer año de gobierno del presidente Javier Milei está próximo a quedar atrás. Las y los profesionales de la política se aprestan para iniciar dentro de 29 días el proceso electoral que habrá de concluir con las elecciones para la renovación parlamentaria, también conocidas como “de medio tiempo”.
Las señales que emite el Poder Ejecutivo parecen dar cuenta de que el señor Milei quiere llegar hasta esa instancia con la inflación bajo control; con el déficit fiscal equilibrado; con el riesgo país en descenso –hoy se ubica en torno de los 750 puntos porcentuales, según JP Morgan–; con cepo cambiario para mantener el “dólar planchado”, como dicen aquí los operadores económicos; con las reservas internacionales que atesora el Banco Central (BCRA) en crecimiento –hoy todavía son negativas–; y, con una ejecución presupuestaria discrecional dado que, hasta el momento, el proyecto de presupuesto del mandatario no fue aprobado por el Parlamente y, en consecuencia, será prorrogado una vez más el de 2023, diseñado en otro contexto económico, financiero y político por la administración del expresidente Alberto Fernández (2019-2023).
Curioso, por cierto, y políticamente, una señal de debilidad significativa que, por momentos, es demasiado evidente hasta el punto de que emerge como insatisfacción desde los propios militantes del partido oficialista La Libertad Avanza (LLA) que un puñado de años atrás fundara el actual jefe de Estado quien, además, procura polarizar y competir electoralmente en 2025 con la expresidenta (2007-2015) y exvicepresidenta (2019-2023) Cristina Fernández, flamante titular del Partido Justicialista.
De cara a ese objeto del deseo que ningún portavoz presidencial desmiente con argumentos sólidos, en la semana que pasó no fueron escasas las desaprobaciones que irrumpieron tanto en las redes –el ecosistema preferido de los seguidores de Javier Milei– como en los medios tradicionales cuando por indicación precisa de la Casa Rosada (sede gubernamental argentina) se dejó sin quorum a la Cámara de Diputados para tratar el proyecto de ley de “ficha limpia” que impulsa la diputada Silvia Lospennato, filo-oficialista del partido Propuesta Republicana (PRO), que fundara y lidera el expresidente Mauricio Macri (2015-2019).
Esa normativa, que el señor Milei –pese a ser una de sus más relevantes promesas de campaña decidió abortar– de aprobarse, impedirá que toda persona condenada judicialmente en dos instancias pueda ser candidata a ningún cargo electivo.
En esa situación, se encuentra la señora Cristina Fernández, a quien quince jueces le aplicaron, en primera y segunda instancia, “seis años de prisión” con la accesoria de “inhabilitación permanente para ejercer cargos públicos” por ser penalmente responsable de defraudación contra la administración pública y perjudicar al Estado en un monto verificado de 84.335 millones de pesos (unos USD 80,31 millones al cambio oficial). Javier Milei, claramente, quiere enfrentar y, de ser posible, triunfar sobre la viuda del expresidente Néstor Kirchner (2003-2007) y prefiere demorar esa iniciativa contra la corrupción.
“El presidente elige confrontar con Cristina para vencerla y, por esa razón la necesita”, explica a La Nación un analista cercano al oficialismo que exige mantener su identidad en reserva. “Aunque no solo por ese deseo, también considera –como posibilidad y necesidad– establecer con Unión por la Patria (UP), principal bloque opositor, algunos acuerdos que tienen que ver con la conformación de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), los nombramientos de unos 200 jueces para ocupar tribunales vacantes y algunas otras cuestiones relevantes”.
El diputado opositor Germán Martínez, líder del bloque de la UP, según revela ayer en el diario La Nación de Buenos Aires el colega periodista Jorge Liotti, en una reunión de “labor parlamentaria” sin titubeos “planteó que si no se daba de baja el proyecto de ficha limpia se caían ‘todos los acuerdos, los de Diputados, y también los del Senado’ y, habló también de que corría riesgos ‘la gobernabilidad de la cámara’”. Para que quede claro. Sin aludir a nombre alguno, puso en duda a continuidad del oficialista Martín Menem como presidente de los diputados.
Mauricio Macri, tercero en discordia entre Milei y Cristina, también hizo público su disgusto a través de su cuenta en la red X y sentenció que el gobierno jugó “a favor de los corruptos”. Pero no fue más allá. Por lo menos hasta hoy continúa con su apoyo a la política económica oficial, aunque nada ni nadie asegura que ese acompañamiento se sostenga en el tiempo. Que Milei quiera polarizar con Fernández diluye el centro y potencia los extremos. Mauricio procura evitar su desaparición. ¿Será candidato a senador?
Claramente, en la Argentina, la política es borgiana. A los principales líderes políticos no los une el amor sino el espanto.