El segmento económico que conforman las mipymes sigue constituyendo a nivel mundial el principal generador de fuentes de trabajo, lo cual también acontece en nuestro país, por lo que se torna necesario que el Gobierno, a través del Ministerio de Industria y Comercio y entidades financieras descentralizadas, apoye a nuestros emprendedores para que puedan afrontar sus emprendimientos con éxito dentro de un mercado doméstico estrecho, pero cada vez más competitivo.

Se habla mucho de la necesidad de que nuestras pymes sean formalizadas como empresa. Todo bien, pero tengamos en cuenta que las mismas no cuentan con la estructura organizacional ni tampoco con la “espalda financiera” de las de tamaño corporativo, por lo que se hace necesario que puedan ser beneficiarias de políticas fiscales diferenciadas y graduales en función al nivel de performance que vaya alcanzando su gestión económica-financiera.

Nadie discute que lo ideal sería que puedan tener acceso a créditos dentro del sistema financiero formal, para la cobertura de sus necesidades de trabajo e inversiones en bienes de capital.

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Independientemente a todo ello, precisan que se las capacite en la formulación de presupuestos financieros, estructuración de políticas de marketing, sistemas de control y seguimiento a sus cuentas a cobrar e inventario, visualización de mercados objetivos apoyándolos técnicamente para que puedan segmentar sus mercados en función a sus conocimientos y productos que deseen comercializar, entre otros aspectos.

La función del emprendedor es vital para el desarrollo económico de nuestro país, pues cuenta con capacidad innovativa, creativa y empezando de abajo tienen el potencial de seguir creciendo, expandiendo y diversificando sus actividades en diversos rubros de negocios, generando puestos de trabajo, lo cual tiene un impacto y efecto multiplicador dentro de nuestra microeconomía.

Es indiscutible la importancia estratégica del emprendedurismo dentro de nuestro espectro macro y microeconómico, representando no menos del 75 por ciento de la fuerza laboral a nivel país, lo cual nos indican las estadísticas oficiales, ya que del total de la población económicamente activa, el 63 por ciento trabaja en microempresas, 9 por ciento en pequeñas empresas y un 4 por ciento en las de tamaño mediano.

El Gobierno, dentro de sus planes estratégicos, debe seguir fortaleciendo a este sector con capacitaciones y foros para que se sientan seguros de las decisiones que adopten, complementando a las instituciones privadas que también se ocupan de impartir capacitaciones.

Uno de los principales problemas para que las microempresas accedan al crédito conforme lo señalamos más arriba es la falta de formalización de muchas de ellas, por lo que las autoridades económicas son las responsables en arbitrar todos los mecanismos para que se haga posible en tiempo y forma.

Su concesión sería un pasaporte a más oportunidades, puesto que los costos financieros dentro del sistema formal serían muy inferiores a los de una casa de crédito, lo que les darían posibilidades de ser mucho más competitivas y rentables.

Si bien todo esto figura dentro de la agenda del Estado, deben seguir potenciándolas, pero diagramando para que desde el punto de vista económico y financiero los emprendedores tengan la capacidad necesaria como para poder hacer frente al pago del salario mínimo legal a sus empleados, dado que sus niveles de facturaciones y costos y gastos operacionales y administrativos no les permiten.

Las mipymes conllevan sus propias áreas críticas de riesgos, por lo que la asistencia estrecha adquiere relevancia, dado que la formación académica y empresarial de los emprendedores dista de las grandes empresas por razones obvias.

Dentro del contexto global de nuestro análisis no hacemos referencia al aspecto político, sino al meramente técnico-profesional, que es lo que aquí interesa, dado que en la medida en que los niveles de apoyo y orientaciones se acrecienten, el país será beneficiado con mayores fuentes de trabajo dentro de ambos sexos con efecto multiplicador o derrame en diversos segmentos de nuestra microeconomía, que es la que sigue precisando de un mayor despegue.

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