• Por Aníbal Saucedo Rodas
  • Periodista, docente y político

Desde hace algunos periodos presidenciales el poder político abandonó el Palacio de López y se trasladó a Mburuvicha Róga. Las constantes restauraciones y algunas reformas, así lo especifican los documentos oficiales, del edificio fueron una de las causas centrales para que tal mudanza aconteciera.

La primera intervención, al menos la que recuerdo, fue en la época de Fernando Lugo, cuando el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), a cuyo frente estaba Efraín Alegre, desembolsara 5.000 millones de guaraníes para la ejecución de obras que afectaban “la torre y el techo”, con el propósito de superar las filtraciones que se observaban en ese entonces (enero de 2011). Aquellos trabajos, en realidad, tuvieron una primera etapa que se enfocó en la sala de prensa para dar “seguridad y funcionalidad” a dicho espacio donde se reunían los periodistas acreditados.

Algunas tareas de conservación se inauguraron durante el breve mandato de Federico Franco, en agosto de 2013, aunque no se detallaron los montos requeridos y utilizados. En setiembre de 2014 (etapa de Horacio Cartes) se produce un desprendimiento de la araña que “colgaba del techo (de la Secretaría General) y trajo consigo parte del revoque”. Las crónicas de los medios de comunicación señalaron que se “trataba de una sección refaccionada durante el gobierno anterior”. Otro caso más: “Restauración del Palacio de López terminaría en abril de 2023″ (se había iniciado en noviembre de 2020, periodo de Mario Abdo Benítez), informaban representantes del MOPC. La inversión fue de aproximadamente 39.000 millones de guaraníes. Nota al margen: En diciembre de 2021 se había derrumbado uno de los pináculos del sector oeste del edificio.

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Recuento somero e incompleto de las “intervenciones” que empezaron en 2011 y que, desde la óptica del diario Abc Color, el “cháke” del derrumbe de este sitio icónico se volvió “un negocio” (27 de abril de 2020). Lo concreto es que el Palacio de López, en ese lapso, redujo sus funciones a ceremonias protocolares, pues, como ya dijimos, el poder se había instalado en Mburuvicha Róga. Compartí esta propuesta –que expondré a continuación– con algunos expresidentes, pero ninguno me llevó el apunte. Lo ideal sería que, como ocurre en otros países, se construya la Casa de Gobierno en el patio de Mburuvicha Róga (podría ser en la cancha de fútbol) y liberar definitivamente el Palacio de López para habilitarlo exclusivamente como un espacio histórico-cultural, previa, completa y seria, restauración para que los visitantes puedan –más allá del goce estético– aprender de nuestro rico y, a veces, trágico pasado.

Pensada para residencia de Francisco Solano López y su familia, el proyecto fue truncado por la guerra contra la Triple Alianza. “Pasaron los años –nos cuenta Margarita Durán Estragó– hasta que, en 1888, durante el mandato de Patricio Escobar se ordenó por ley convertir el edificio en Palacio de Gobierno” (”El palacio (que no fue) de López: 1843-1892″, Revista Estudios Paraguayos de la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción, 2019). Pero, continúa, “como los trabajos de refacción llevaron su tiempo”, el Palacio Nacional solo pudo ser inaugurado el 12 de octubre de 1892, bajo la presidencia de Juan Gualberto González, “con motivo de la celebración del cuarto centenario del Descubrimiento de América”. Y como “todavía faltaban la pintura del edificio y otros detalles, recién pudo ocuparlo el presidente Juan Bautista Egusquiza”, en 1894. Con anterioridad a esa fecha, y desde la época de don Carlos Antonio López, el viejo Cabildo servía como asiento del Poder Ejecutivo y, al mismo tiempo, del Poder Legislativo. Luis Verón, en su libro “Gobierno y gobernantes del Paraguay-2019″, escribe que en los primeros tiempos “la oficina del presidente fue ubicada en la planta alta de la sede gubernativa, pero en 1949 fue trasladada a la planta baja por disposición del presidente Felipe Molas López, quien tenía una afección física en las piernas, que le dificultaba subir las escaleras para llegar a su despacho”. Y concluye con lo que hoy se volvió habitual: “En ocasiones, el Poder Ejecutivo atiende en la residencia presidencial Mburuvicha Róga”.

Insisto en que la residencia presidencial y la casa de Gobierno pueden compartir el mismo terreno. Un edificio moderno y práctico que albergaría todas las dependencias de la Presidencia de la República. Y el Palacio de López quedaría como símbolo del poder cultural, el único poder que reside verdaderamente en el pueblo. Es una simple sugerencia. Pensar no cuesta nada. Alguna vez la política y la cultura habrá de darse las manos. Es todo lo que tenía que decir. Buen provecho.

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