• Por Matías Ordeix
  • Club de Ejecutivos

Montesquieu escribió en 1748 “El espíritu de las leyes”, una obra maestra que le dio reco­nocimiento como el padre de la creación de los 3 pode­res del Estado. Tres poderes en el que ninguno mandara sobre el resto, en un sistema de pesos y contrapesos. De hecho, Paraguay si bien ostenta una democracia, la concentración de poder, prin­cipalmente en el Poder Legis­lativo, es notoria.

Este desequilibrio de pode­res, donde el Parlamento puede influir directamente en un jurado de enjuicia­miento, y someter al Poder Judicial o donde la amenaza al presidente puede desenca­denar arbitrariamente en un juicio político, preocupa.

Está el cuarto poder, la prensa, que sobre todo en tiempos pasados era muy útil en el con­trapeso necesario para incidir cuando las cosas se tuercen. La prensa es muy importante, pues es la encargada también de juzgar, así sea mediática­mente, la gestión de nuestros representantes públicos. Sin embargo, hoy cada medio es cuestionado en su imparcia­lidad, siendo uso subjetivo de sus propietarios en la mayoría de los casos.

Entonces, “¿quién podrá defendernos?”, decían para invocar al Chapulín Colo­rado. Acá es donde entra el rol clave y preponderante de las ONG. De esto puedo hablar con gran propiedad, por­que personalmente integro varias hace ya muchos años. En esta columna, por ejem­plo, represento al prestigioso Club de Ejecutivos.

El Club de Ejecutivos del Paraguay estos días cum­plió 25 años, con la clara misión del desarrollo de los socios y mejoramiento del mundo empresarial. El Club fortalece habilidades, capacita y genera networ­king entre socios. Pero tam­bién manifiesta respaldo o descontento con el Gobierno o autoridades, cuando entiende que la gestión de los mismos pueden afec­tar el clima de negocios o la sociedad en general. Tam­bién hay organizaciones de excelente trabajo, que tengo el orgullo de conocer desde adentro, como la Fundación Paraguaya, la Red del Pacto Global, el Banco de Alimen­tos, Fedecapy, ADEC, entre otras.

Todas ellas tienen algo en común. Solo buscan hacer el bien, incidir positivamente en la sociedad, impactar y dejar huella, ocupar espacios donde el Estado no está pre­sente, y lo más importante, todas ellas rinden sus cuen­tas anualmente, en un com­pleto balance auditado y una memoria que es aprobada en Asamblea. Todas tienen sus estatutos al día, pagan sus impuestos, etc.

Pero también están las “ONG mau”, aquellas que son usa­das por políticos sin escrú­pulos e indecentes persona­lidades para desviar o captar fondos sin ningún control. Me parece muy bien que se les exija a ellas rendir cuentas públicamente, cumplir con cada obligación que muestre transparencia.

Sin embargo, este proyecto, que ahora esta en manos del presidente de la República, intenta solapar y acallar a las organizaciones para evi­tar ese contrapoder nece­sario en toda democracia. Creemos que el Sr. Santiago Peña, una persona de bien y honesta, verá como vetar y/o corregir este intento de mordaza a la sociedad civil. Creemos firmemente que, como buen estadista, reflexionará y tomará accio­nes correctivas al respecto, y sin duda la democracia se lo agradecerá.

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