Hoy puedo decir que me siento vanidosamente feliz. He recibido al fin un halago inconmensurable, una de esas alegrías que me hacen querer darme besos en mis propias mejillas, ponerme una banda de reina, una corona de vidrios multicolores y traerme serenata.
Hoy, por fin , después de 13 meses y medio de que asumiera el actual gobierno, he tenido una voz oficial, que avala mi queja y mi reclamo.
Después de haberlo dicho cuantas veces pude, e incluso publicarlo reiteradamente en esta columna, me entero de que el procurador general de la República y asesor jurídico de la Presidencia de la República, el señor Marco Aurelio González, afirma que QUIENES OCASIONARON EL DAÑO EN EL CASO METROBÚS HAN SIDO LAS PERSONAS QUE ORDENARON DEMOLER LAS OBRAS REALIZADAS, ES DECIR, EL EXPRESIDENTE MARIO ABDO BENÍTEZ Y SU MINISTRO ARNOLDO WIENS.
Coincide también el señor procurador con mis afirmaciones de que la fábula de terror que impusieron en la opinión pública de que la obra no podía ser concluida por falta de espacio para los carriles que ingresaban a la zona céntrica de Asunción, fue una burda REVANCHA POLÍTICA, para evitar lo que iba a significar el legado de un gobierno previo al que pretendían deslegitimar.
“Vendieron una historia falsa para anular la obra del metrobús, que iba a incorporarle a Asunción un sistema de trasporte de vanguardia que la ciudad necesita. Y DE TODO ESO SE LE PRIVÓ. De hecho, todo lo construido fue demolido”, afirmó el procurador general.
En estas columnas he reiterado mi opinión que esa “imposibilidad” perversamente imaginada por Marito y Arnoldo no tenía el menor sustento, ya que si bien el metrobús no podía mantener sus dos carriles sobre la avda. Pettirossi, era muy simple bifurcarlas hacia Cerro Corá y Azara, y Oliva y Gral. Díaz, llegando sin obstáculos hasta Hernandarias y Colón y de allí al Puerto.
Era tan sencillo como hacer un sandwich con dos rodajas de pan. Pero, con la ayuda de los gallineros periodísticos, cometieron ese daño imperdonable.
En fin, supongo que ahora no van a faltar voces que alteren el gallinero, pero solo se trata de ser valientes, poner manos a la obra, e implementar esa arteria vital desde la entrada más importante y tradicional de Asunción, para darle una agilidad que acabe con los molestos y dañinos cacareos. Y que si alguien tiene algo que pagar, que paguen los culpables.