EL PODER DE LA CONCIENCIA

Estudios científicos y las estadísticas avalan una hipótesis que, de resultar cierta, otorgaría al idioma guaraní un motivo extra para que los paraguayos se sientan aún más orgullosos de sus raíces y su cultura.

Es habitual que los extranjeros queden sorprendidos y hasta se crean superiores cuando se percatan de que la mayoría de los compatriotas se expresa de manera “rara”. Incluso ciudadanos de países vecinos cuando ingresan al Paraguay o cuando los mismos paraguayos van a trabajar en el exterior son menospreciados por su forma de hablar.

El paraguayo al nacer aprende un idioma básico, ya sea el castellano o el guaraní, pero por necesidad desde niño también adquiere el segundo idioma del país. Así, hablando un idioma básico y pergeñando el otro, incursiona en una tercera opción: el jopara, que no es lo mismo.

Con el tiempo, los paraguayos hablan el castellano, entienden el guaraní y usan el jopara. Pero dentro de estas variaciones idiomáticas, el cerebro del paraguayo también debe diferenciar otras formas de hablar. Por ejemplo, no es lo mismo el verdadero castellano que el castellano rioplatense, versiones que los compatriotas manejan según el momento.

Cuando habla normalmente, se expresa con el voceo. Dice: “Che, esperame”; si fuera castellano diría: “Oye tú, espérame”, pero también usa otra opción: “Che, esperámena un poco”, que es la versión jopara. Y cuando se siente romántico o trata de que su mensaje adquiera un tono solemne dice: “Se han reunido y han decidido…” en lugar de “Se reunieron y decidieron…” o “He entendido que no puedo vivir sin ti”. Debido al guaraní, para el paraguayo es común que el vehículo choque “por” la columna y no “contra” la columna.

Todas estas intrincadas combinaciones son las que circulan dentro de la mente del paraguayo y son las que los extranjeros desconocen. Pero, aunque parezca difícil de creer, no son todas, porque el paraguayo también aprende el inglés en las escuelas y lo perfecciona con los celulares. Y más, no existe un paraguayo que no entienda el portugués debido a la incontrolable intromisión cultural que comenzara siglos atrás con los bandeirantes. Hoy es normal que en las ciudades fronterizas se hable portugués y el intercambio comercial se produzca en reales.

Según un estudio científico publicado hace cuatro días en Infobae “Por qué hablar un segundo idioma puede retrasar el Alzheimer”, explica que hablar más de un idioma activa regiones cerebrales cruciales para la memoria y el aprendizaje, protegiendo contra el deterioro cognitivo. Incluso revela que los bilingües con Alzheimer mostraron un hipocampo significativamente más grande y menos atrofia cerebral que los monolingües.

Esta conclusión se suma a los datos incuestionables de worldlifeexpectancy.com, que coloca a Paraguay en el lugar 176 entre 186 países del mundo en la tasa de mortalidad por Alzheimer. Finlandia (54,65), Reino Unido (42,70), Eslovaquia (38,15), Albania (36,92) forman parte del top ten, en el que EE. UU. está octavo con 33,26 muertos por cada 100.000 habitantes. Paraguay está muy lejos, entre los últimos, con apenas 2,56.

Así que la próxima vez que un desubicado intente menospreciar a un paraguayo cuando habla, la mejor respuesta sería regalarle una sonrisa y dejar que siga en su nube de ignorancia. No sabe que el paraguayo es superior ya que habla o entiende el castellano normal, el culto y el rioplatense, el guaraní, el jopara, el inglés y el portugués: son cuatro idiomas y tres versiones derivadas, por lo que el nivel de complejidad cerebral es muy elevado, y nada de qué avergonzarse. Y como bien expresa el latín, “Aquila non capit muscas”, o sea, el águila no caza moscas, por tanto, es mejor que las moscas sigan volando felices en su incultura, mientras el espíritu del idioma guaraní protege a sus hijos de la verdadera pandemia del siglo XXI.

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