DESDE MI MUNDO

  • Por Mariano Nin
  • Columnista

Valentín se asomó por una calle oscura, apenas alumbrada por el fluorescente titilante de una casa. Caminó con pasos lentos y temerosos. Su cara dejaba ver el cansancio desbordado de noches sin dormir. Se veía demacrado, desnudando el plan que había ido estudiando desde hacía tantas madrugadas. Estaba decidido. Sería el último día.

Esperó en la parada del autobús el momento exacto. La silueta a lo lejos lo puso en alerta. Esta vez no se escaparía. La luna teñía la calle con un color a plata como un afilado puñal. Poco a poco fue vislumbrando su silueta en medio de la neblina y la penumbra. No había dudas. Era el momento.

Estaba decidido a matarla. Ya lo había intentado infinidad de veces, pero siempre el destino le había puesto una traba. Ella no lo imaginaba. La sorpresa quizás era el factor que iba a marcar esa distancia entre la vida... y el resto de las cosas.

Metió su mano en el abrigo y apretó con fuerza el puñal. Ya escuchaba sus pasos. Entonces, espero que pase. La siguió en silencio. Sus pasos ágiles ganaron espacio, sacó su mano del sobretodo y el filo del puñal fulgurante fue trepando hacía la luz de la luna, esa luna de plata que sería testigo del fin.

Entonces, ella giró y se escuchó un estruendo que rompió el silencio más oscuro. Cayó. Ella se acercó despacio. Lo tomó en sus brazos hasta que su respiración fue solo un susurro hasta desaparecer. Fue una mala idea. No debería haber intentado matar a la muerte aquel día.

Dicen que en Halloween las brujas celebran su reinado y desde las sombras gobierna el terror. El reloj gira inexorable, los pasos retumban en las calles, y hay gritos y caos...

Por un día, el abismo negro que nos separa de los espíritus dejó abierta la puerta para mezclarnos sin saberlo y por ella vivos y muertos se cruzarán en una calle cualquiera. Y nosotros, los mortales, esperaremos el amanecer de un nuevo día para sobrevivir… Pero ese día… siempre será de mala suerte.

Etiquetas: #Halloween

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