- Por Aníbal Saucedo Rodas
- Periodista, docente y político
La tecnología posibilitó una aproximación inédita de la humanidad, aunque, paradójicamente, también es una herramienta al servicio de la dominación de multimillonarios que han desarrollado plataformas invasivas de manipulación y sometimiento a sus arbitrarias reglas, en una jungla en que las fake news o noticias falsas o falseadas se convirtieron en los reyes de la selva.
Sus inversionistas se juegan abiertamente por candidatos presidenciales que habrán de reforzar sus impulsos ideológicos y aumentar sus fortunas. El pensamiento único es la gran meta. Paralelamente, los Estados Unidos nunca renunciaron a su papel de comisario del planeta. Ya sea a través de su Departamento de Defensa, de Estado o de Justicia. El Fondo Monetario Internacional (FMI) continúa presionando –aunque más disimuladamente– para imponer sus recetas cuadriculadas y empobrecedoras y sus desalmados préstamos que solo sirvieron para aumentar los índices de pobreza en los países ya pobres. La globalización fue la fase superior del imperialismo.
Si alguno dudaba de la existencia de Satanás, aquí puede apreciar sus multifacéticos rostros. Y, ahora, aumentaron sus presiones, como si fuéramos una colonia, las organizaciones supranacionales que se erigieron en tribunales de censura para los de afuera, menos para sus integrantes. La autocrítica es una asignatura que no figura en su manual de funciones. Quieren arreglar el mundo a su antojo y semejanza.
La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) es una sociedad de propietarios. Se guía por la lógica del mercado. Nunca escuché a sus directivos pronunciarse en contra de los despidos de periodistas ni defender sus derechos a expresar sus opiniones, aunque contradigan la línea editorial de los medios en los cuales trabajan. Su barómetro se alimenta de insumos que les proveen sus socios locales. Algunos con más predilección que otros.
Ni abrieron la boca cuando el anterior presidente de la República, Mario Abdo Benítez, inició una cruzada de agresiones e intento de deslegitimación en contra de este diario en el cual estoy escribiendo. Pero hay que callarse para estar en la corrección política y evitar el aullido de la jauría. Paraguay ha bajado su calificación –según la SIP– en cuanto a libertad de expresión y de prensa. Subrayemos, una vez más, que la libertad de expresión es superior a la libertad de prensa, porque su proyección material garantiza el derecho del pueblo a estar informado. La libertad de prensa no siempre es sinónimo de libertad de expresión.
No es un rompecabezas de palabras. Es la realidad en su más alta crudeza. Ahora mismo, la corporación mediática liderada por Abc Color está poniendo todos sus voceros al servicio del banco Altas, que forma parte del conglomerado empresarial de la familia Zuccolillo. Es célebre la frase del también célebre periodista Ryszard Kapuściński, ya fallecido: “Cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante”. En ese caso, lo importante es el negocio travestido de información.
No hace mucho, la calificadora internacional Moody’s concedió a nuestro país el llamado “grado de inversión”, del cual la absoluta mayoría de la población no entiende un pito ni en qué le va a beneficiar. Y tampoco autoridad alguna apeló a una estrategia comunicacional para hacer accesible su comprensión hasta al menos avispado. La Fitch Ratings acaba de pronunciarse, pero al revés: ubicó a Paraguay por “debajo de la línea de inversión”, aunque reconoció aspectos positivos, como la deuda pública estable y la colocación de un bono en moneda local que recaudó 500 millones de dólares (Abc Color, 23 de octubre, página 10). No obstante, consideró negativa la ley sancionada en el Congreso de la Nación y “que establece el control, la trasparencia y la rendición de cuentas de las organizaciones sin fines de lucro”, porque “un aumento de la supervisión de las organizaciones no gubernamentales puede debilitar las protecciones para la libertad de asociación y expresión”. La relatora de la Organización de las Naciones Unidas para la Libertad de Asociación y Asamblea envió una carta al presidente de la República cuestionando la misma normativa legal en estadio de promulgación. Y para cerrar el círculo, en las últimas elecciones presidenciales, otra agencia internacional, “una de las calificadoras más importantes del mundo”, según Última Hora, del 5 de marzo de 2023, aseguraba la “victoria del candidato de la Concertación, Efraín Alegre, sobre el colorado Santiago Peña.
¿Vivimos en un país de maravillas? ¡Ni por asomo! Lejos estamos de un estado democrático idealizado. La transición, interminable por cierto, todavía muestra signos de improvisaciones y debilidad comunicacional. En esta aldea global me parece necesaria la solidaridad internacional para perfeccionar este régimen que es más un modelo de vida que de gobierno. Sobre todo, si contribuyera a disminuir los índices de pobreza y analfabetismo real y funcional. Pero intervenir groseramente para influenciar en los poderes del Estado ya es “harina de otro costado”, como diría un egregio republicano. El mundo es cada día menos ancho, pero sigue siendo cada vez más ajeno, donde unos pocos aspiran a decidir el destino de millones. Es todo lo que quería decir. Buen provecho.