• Por Fernando Pistilli*

Max Haber fue, antes que nada, un gran y querido amigo, con el que compartimos muchos momentos especia­les, junto a su amada e insepa­rable Renée. Un amigo here­dado de amistad con mi abuelo paterno y luego con mis padres y con el que también se me dio la suerte de poder trabajar en pos del Paraguay y de profun­dizar en los vínculos que nos unen a Israel y al pueblo judío.

En sus diversas facetas como empresario, presidente de gremio, cónsul honorario de Israel y luego embajador de Paraguay en tierra Santa, sus valores marcaban su gestión: honestidad, compromiso, solidaridad y una gran capa­cidad de dialogo – cualida­des difíciles en nuestro país– hacían que sea un privilegio trabajar con él.

Como no podía ser de otra forma, unidos por una causa solidaria, el 2 de junio de este año fue la última vez que conversé personalmente con Max en la Comilona de Teletón, donde se acercó a saludarnos a la familia Pis­tilli y compartir un plato de pasta, me dejó saludos para mi madre y quedamos que en unos días hablaríamos por una entrevista que que­ría hacerle para un libro, no pensé que esa sería la última vez que lo vería.

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Hay muchas anécdotas y rela­tos de situaciones muy delica­das (que quedan para el libro de memorias), de momentos históricos de nuestro país que nos tocó vivir y siempre, hasta en los momentos más difíciles, te tomaba del brazo e iniciaba una conversación íntima buscando la mejor solución a la situación y así con calma resolver hasta el más complejo problema.

Y Max se fue con lluvia, con mucha lluvia, seguro preocu­pado y ocupado en que así sea, ante la sequía que pasa nues­tro país.

Max Haber fue ingeniero eléctrico, políglota, exi­toso en todas sus labores profesionales, pero por sobre todo fue un hombre bueno y un gran servidor público.

Hasta pronto, querido amigo.

*Escritor, comunicador y gestor cultural

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