No hace falta tener el poder visionario profético de Nostradamus ni la virtud mística clarividente de Baba Vanga para saber que en 17 días el mundo cambiará definitivamente cuando se desarrollen las elecciones presidenciales en EE. UU.

Una muestra de que los intereses que rodean este acto son tan profundos y oscuros es que hasta el multimillonario Elon Musk ayer dijo que no cree que Joe Biden ni Kamala Harris sean quienes gobiernen el país del norte. Literalmente expresó que el primero solo tiene dos neuronas en funcionamiento y pasa mucho tiempo en la playa y que ambos “son marionetas de miles de titiriteros”.

Podría pensarse que el resultado de las urnas del 5 de noviembre definirán la suerte del planeta. Por un lado, una victoria de los demócratas aseguraría que la convulsión global continúe ya que Joe Biden no fue capaz de detener las aspiraciones bélicas entre Rusia y Ucrania ni el conflicto palestino que tiende hacia una guerra total en Medio Oriente ni la sed de poder de Xi Jinping que “hace ejercicios” cada vez más osados alrededor de Taiwán ni el grosero fraude electoral que mantiene como presidente a Nicolás Maduro, ni las ansias de figuretismo de Kim Jong-un, quien ahora prepara un contingente de 10.000 soldados para enviarlos a combatir contra las tropas de Zelenski “para ganar experiencia”, sino que propició negocios de venta de armas por miles de millones de dólares para –según él– defender la democracia de la “malvada” Rusia, aunque fue él y sus socios de la OTAN los que fueron a buscar pleito en las fronteras de Putin.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

La esperanza de detener la locura de la maquinaria guerrera hubiera sido la victoria del republicano Donald Trump, quien en más de una ocasión aseguró que podría detener la guerra en tan solo 24 horas si resultaba ganador en la contienda electoral. Pero tras los reiterados ataques por parte de Irán hacia Israel, su opinión cambió radicalmente y ahora cree que al país musulmán “hay que darle con todo”.

Con todo este panorama de hostilidad generalizada hasta el clima –con su sequía agonizante, sus tormentas y huracanes reiterados y los constantes terremotos– se confabula para instalar en la conciencia de los apocalípticos la idea de que una vez más está llegando el fin del mundo, como lo habían anunciado cuando iba a comenzar el nuevo milenio, o cuando mencionaban el cataclismo de Nibiru en 2003, o el Rapto del 2011, o las predicciones mayas del 2012 o las profecías de los papas en el 2013, y ahora la sensación instalada es la respuesta nuclear que cualquiera de las potencias puede dar en caso de perder la paciencia.

Mientras los engranajes del tiempo siguen girando implacables hacia el 5 de noviembre, Paraguay vive en una burbuja de paz, lejos de los conflictos de misiles y drones asesinos, más enfocado en generar progreso y buscando la forma de combatir la corrupción, que se viste con los trajes de camuflaje de los más variados modelos, tratando de evitar a la Justicia.

Nuestros “bochinches” no son las explosiones en el patio de nuestra casa como ocurre en otros países, sino los perros y los inadaptados que rompen las bolsas de plástico que dejamos en la vereda para que las recojan los recolectores de basura. Otra “urgencia” nuestra cotidiana es ganarle a Argentina en el próximo combo y saber qué va a hacer el técnico Alfaro para no perder en la altura de Bolivia, sin olvidar el clásico Olimpia-Cerro, dentro de una semana.

Pese a todo, en Paraguay la violencia también busca nuevas formas de reinventarse. A más de todos nuestros problemas domésticos para intentar llegar a fin de mes con las deudas masticando con hambre el escuálido sueldo mensual, con un dólar por las nubes y con el contrabando que se resiste a morir, ahora surge un nuevo dilema: ¡un reto!

Este reto no se refiere al típico regaño, sino a una absurda moda de desafío que encontraron los jóvenes para “divertirse”. El “juego” consiste en que un grupo de jovencitas sale a la calle a buscar a niñas o adolescentes que están solas para grabarlas mientras las golpean brutalmente. Luego suben esas imágenes a las redes sociales buscando los likes de los internautas.

No podremos evitar lo que ocurra el 5 de noviembre ni sus consecuencias, pero sí podríamos ocuparnos en apreciar la vida ahora, con los seres queridos y con lo que realmente importa.

Déjanos tus comentarios en Voiz