La prensa tocó fondo. Así de categórico estamos. La deshumanización de este noble oficio es la consecuencia de nuestra podredumbre mental. Desde el momento en que despreciamos la verdad, la razón ya no tiene cabida.

Los autodenominados representantes de la sociedad civil, no me refiero a los genuinos ciudadanos de bien que encontraron una oportunidad en las Organizaciones Sin Fines de Lucro (OSFL) una oportunidad de construir humanidad, sino me refiero a los hipócritas aprovechadores de este espacio que vieron la oportunidad para currar “haciendo el bien”.

“No confío en las personas que trabajan de ser buenas”, dice Eliseo, un personaje del actor argentino Guillermo Francella, en una exitosa serie argentina. Los bautizados hoy como “oenegeros”, oportunistas, mentirosos, que trabajan de ser buenos, en realidad son una parte de la peste que impide que el Paraguay avance.

Los eternos ventajistas y promotores de que los problemas en Paraguay nunca se acaben. Se acaban los problemas, los oenegeros malos desaparecen y deben trabajar en serio. Ya no más con la plata dulce de sus aportantes, por eso están en contra de que la ciudadanía conozca los resultados de sus trabajos y sus beneficiarios finales.

En los 22 artículos de la ley que busca transparentar las OSFL no se niega la participación ciudadana, al contrario se promueve, sin embargo, maliciosamente, los malos oenegeros que no quieren la transparencia dicen lo contrario. Al final, les encanta describir escenarios apocalípticos, así siguen justificando su existencia. “Avance de dictadura, censura, derechos pisoteados, autoritarismo, etc.”, lo repiten permanentemente, así muestran un escenario irreal a sus aportantes y siguen los proyectos con la plata dulce para “desterrar estos males de nuestra frágil democracia”.

Señores oportunistas oenegeros, rindan cuentas, muestren a la sociedad el resultado de sus trabajos, dejen de engañar a la ciudadanía, diciendo que son buenos, cuando son lobos disfrazados de corderos, igual o peores que esa clase política corrupta que tanto critican.

En medio de este escenario, gran parte de la prensa cabalga portando muchas de esas banderas mentirosas de las ONG. Tanta es la bajeza de este oficio que recurren a ventilar intimidades de un joven que tiene problemas con las drogas y cuyos padres han creado un espacio para ayudar a quienes conviven con este drama. La prensa carroñera, sin escrúpulos y miserable utiliza el caso del hijastro del senador Gustavo Leite, para golpearlo al legislador, quien es la cara visible de la ley que busca transparentar las rendiciones de cuentas de las OSFL. El hijastro de Leite, confesado por él mismo, es un joven que ha caído, como muchos, en el problema de la adicción. La prensa mercenaria desnudó detalles del drama de este joven. El hijastro de Leite, Dios quiera que pueda recuperarse, pero el daño generado por esos medios oportunistas ya no. Un ejemplo, triste, pero real de periodistas que abrazaron este oficio no por vocación, sino para usarlo como arma para defenderse de su miserabilidad. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.


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