EL PODER DE LA CONCIENCIA

Hace unos días, el presidente de la República de China (Taiwán), Lai Ching-te, hizo que el presidente de la República Popular China, el poderoso e imperturbable Xi Jinping, perdiera los estribos. El habitualmente calmado líder comunista montó en cólera por el mensaje que envió el mandatario taiwanés, quien declaró que era “absolutamente imposible” que China continental se convirtiera en la patria de sus compatriotas.

Acostumbrado a que se cumpla su voluntad, desde hace años Xi Jinping amenaza con tomar la isla –por la fuerza si fuere necesario–, actitud que en los últimos tiempos fue aplicando con mayor rigurosidad. Es sabido que todos los días Taiwán está enfrentando amenazas híbridas e intrusiones implacables por parte de China.

Esto se manifiesta en forma de intimidación militar, coerción económica, supresión diplomática, guerra legal y guerra cognitiva. China continental tergiversa constantemente de manera maliciosa la Resolución 2758 de la Asamblea General de la ONU, tratando de engañar a la comunidad internacional para que acepte su “política de una sola China”, socavando el hecho objetivo de que Taiwán es una nación soberana y afirmando que solo es una provincia separatista o “rebelde”.

A los paraguayos, que vivimos de este lado del mundo, nos resulta difícil descubrir quién tiene la razón, pero gracias a la explicación dada por Lai Ching-te, hoy sabemos la verdad y fue esta simple pero contundente afirmación del taiwanés, la que molestó hasta sacar de sus casillas a Xi.

Lai le recordó a Xi que el Gobierno taiwanés nació antes que el de China comunista. Y es que, según la historia, el jueves 10 de octubre (hace dos días) Taiwán celebró 113 años del derrocamiento de la última dinastía imperial. Fue en 1911 cuando el Dr. Sun Yat-Sen consiguió establecer la primera República en Asia (República de China) por las revoluciones y el emperador Aisin Giorro Puyi tuvo que dejar para siempre el palacio imperial.

Años más tarde se desató una guerra civil con los comunistas liderados por Mao Zedong, quien hizo que a finales de la década de 1940 Chiang Kai-Shek tuviera que huir y refugiarse en la isla de Taiwán para continuar su gobierno. Según los datos, entre 1949 y 1950 entraron de China a Taiwán aproximadamente un millón de funcionarios, militares y ciudadanos, que por entonces contaba con una población de 6 millones de personas.

Recién el 1 de octubre de 1949, hace 75 años, se fundaba el Gobierno chino en Beijing, por lo tanto, Lai tiene razón y el régimen de Taiwán es anterior al comunista, por tanto, no puede ser una provincia de China.

La presión de China continental se hizo cada vez más agresiva, al punto que, en 1971, por Resolución 2758, la ONU la aceptó como única representación en reemplazo del escaño de Taiwán, a pesar de ser uno de los 5 países fundadores y miembro permanente del Consejo de Seguridad.

Un dato importante sobre la democracia en Taiwán es que antes de 1995, el presidente de la isla era elegido por integrantes de la Asamblea General, cuyos miembros representaban todas las provincias de la China de aquel entonces. Pasado el tiempo, muchos de estos representantes fallecieron y como era imposible tener nuevos representantes, entonces el Gobierno taiwanés se modificó y las elecciones se comenzaron a realizar de forma directa por el pueblo.

En este momento, en que las voces de diferentes sectores económicos creen acertado abrir el mercado paraguayo al chino, es indispensable analizar los acuerdos establecidos por Xi con países de América y las graves consecuencias para sus socios. El propósito de China es conseguir materia prima de Latinoamérica para su desarrollo y reemplazar la influencia de Estados Unidos, no el desarrollo latinoamericano.

No se puede confiar en un país que no respeta el derecho de otras naciones y que las mira por encima, que además miente descaradamente y que su única lealtad es hacia sus propios intereses. China es un depredador y Taiwán, por el contrario, desde hace décadas demuestra su amistad a Paraguay.

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