• Por Paulo Almeida
  • Profesor de Liderazgo y Personas de la Fundação Dom Cabral, Brasil

En tiempos de complejidad organizacional, cambios rápidos y crecientes demandas sociales, el liderazgo ejecutivo enfrenta un nuevo desafío: la necesidad de adaptarse a modelos más humanizados y éticos. Entre los diferentes estilos de liderazgo, el concepto de liderazgo humilde, servidor y responsable se destaca como un enfoque crucial para el éxito organizacional y el bienestar de los equipos. En este artículo, exploramos las características centrales que definen al 1 % de los líderes que verdaderamente ejemplifican esta forma de conducir a sus equipos, yendo más allá de lo básico.

Comenzamos destacando cómo los líderes humildes tienen una rara habilidad para verse con claridad. Comprenden sus fortalezas y limitaciones sin exageración ni falsa modestia. Esta autopercepción es una de las bases de la humildad, ya que permite al líder reconocer que no lo sabe todo y, por lo tanto, está dispuesto a escuchar y aprender de los demás. Esta cualidad evita la aparición de un ego inflado y promueve una cultura de retroalimentación continua y crecimiento.

Robert Greenleaf, quien popularizó el concepto de liderazgo servidor, creía que los líderes servidores se identifican por su habilidad para priorizar el bienestar y el crecimiento de sus equipos por encima de su propio beneficio personal. Este rasgo es esencial para construir equipos resilientes y comprometidos, que no solo siguen al líder, sino que también se sienten parte integral de la visión organizacional. El liderazgo servidor, por lo tanto, se caracteriza por poner las necesidades de los colaboradores en primer lugar. El verdadero líder servidor se preocupa por ayudar a las personas a su alrededor a crecer y desarrollarse. Esta característica crea una cultura de empoderamiento, donde los colaboradores sienten que tienen los recursos y el apoyo necesarios para realizar su trabajo de manera eficaz.

Por otro lado, el liderazgo responsable exige que el líder sea resiliente y adaptable en tiempos de crisis o cambio. En lugar de concentrarse en mantener el statu quo, estos líderes están preparados para enfrentar desafíos inesperados con una mentalidad de aprendizaje y evolución. La responsabilidad aquí no solo se refiere a cómo el líder responde a las crisis, sino también a cómo prepara a la organización y a su equipo para prosperar ante la adversidad. Esta característica también está profundamente conectada con la humildad, ya que los líderes resilientes reconocen que el fracaso es una oportunidad de aprendizaje. En lugar de culpar a otros, asumen la responsabilidad de sus errores y lideran con transparencia, lo que, a su vez, fortalece la confianza del equipo. Además, su capacidad para adaptarse rápidamente a los nuevos escenarios otorga a las organizaciones una ventaja competitiva.

Aunque muchos asocian el liderazgo con el poder, los líderes verdaderamente humildes entienden que el poder debe usarse con sabiduría y en beneficio de los demás. Evitan exhibir su autoridad y prefieren ejercer influencia a través del ejemplo, no mediante la coerción. Esta humildad en el uso del poder genera respeto y lealtad genuina, en lugar de miedo y obediencia forzada.

El 1 % de los líderes que demuestran humildad, servicio y responsabilidad van más allá de las prácticas tradicionales de liderazgo. Cultivan una autopercepción profunda, priorizan el desarrollo de los demás, lideran con resiliencia y adaptabilidad, y toman decisiones éticas, siempre comunicando con transparencia.

Estos líderes no solo inspiran a sus equipos, sino que también promueven organizaciones más saludables y sostenibles. Y este es el tipo de liderazgo que la Fundação Dom Cabral, escuela de negocios brasileña entre las 10 mejores del mundo, ha promovido durante más de 48 años entre gestores públicos y privados de todo el globo.

Comenzamos destacando cómo los líderes humildes tienen una rara habilidad para verse con claridad. Comprenden sus fortalezas y limitaciones sin exageración ni falsa modestia. Esta autopercepción es una de las bases de la humildad, ya que permite al líder reconocer que no lo sabe todo y, por lo tanto, está dispuesto a escuchar y aprender de los demás. Esta cualidad evita la aparición de un ego inflado y promueve una cultura de retroalimentación continua y crecimiento.


Aunque muchos asocian el liderazgo con el poder, los líderes verdaderamente humildes entienden que el poder debe usarse con sabiduría y en beneficio de los demás. Evitan exhibir su autoridad y prefieren ejercer influencia a través del ejemplo, no mediante la coerción. Esta humildad en el uso del poder genera respeto y lealtad genuina, en lugar de miedo y obediencia forzada.

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