Dentro de cualquier organización todos deseamos crecer personal y profesionalmente.

Llega el momento en el que tenemos que seguir adelante. Tengamos en mente que la palabra proactividad y actitud se constituye en uno de los mejores atributos que movimienta al ser humano, en tanto aquellos que son meramente reactivos, donde el statu quo es su constante, suelen permanecer en sus sitios esperando poder ser dirigidos.

Toda persona que se considere buen profesional, que estudió y se perfeccionó para ser útil y aportar valor agregado, siempre tendrá como objetivo seguir creciendo e ir escalando posiciones a nivel laboral. Y profesional, manteniendo la ductilidad necesaria que hoy día nos exige las empresas de este siglo pues las rigideces del siglo XX ya deberían quedar como un simple recuerdo.

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Cuántas veces nos ponemos a reflexionar y nos damos cuenta de que estamos cumpliendo con los requisitos primarios que nos permitan catalogarnos como un buen profesional, pero sin embargo imperan en nosotros el conservadorismo y conformismo, a sabiendas de que podremos estar recibiendo mejores niveles de salario si es que aprendemos y nos disponemos a salir de nuestra zona de confort, pues la vida es constante movimiento y mirar para adelante.

Muchos de nosotros nos hemos roto “el lomo” estudiando 18 o más años para obtener un título universitario que nos permita ser bien recompensado profesionalmente. El conformismo no es un buen aliado de nadie, a menos que hayas tomado la decisión de tener una fuente de trabajo, recibir un nivel de salario relativamente bueno que te mantenga “con vida” para poder cubrir razonablemente tus necesidades básicas. Pero eso es autolimitarte, y los seres humanos no fuimos “programados” para ello.

Cuántas veces sentimos apego por nuestros equipos de trabajo, compañeros y colegas, con quienes por varios años hemos trabajado juntos y hecho una buena amistad.

Si tenemos bien clarificado nuestro objetivo, de seguir creciendo aportando toda nuestra inteligencia y experiencia profesional no deberíamos sentirnos nostálgicos si en algún momento tengamos que abandonarlos para recalar profesionalmente en otra empresa que nos ofrece mejores perspectivas en lo inmediato y mediato.

El Gobierno nacional deberá abocarse a que se analice, evalúe, sancione y promulgue el proyecto de Ley de Modernización de la Estructura del Estado, al igual que el proyecto de Ley del Servicio Civil, que estaría permitiendo a mucha gente capaz mayores perspectivas de desarrollo profesional, lo cual hoy día ocurre limitadamente, ya que la calidad del capital humano y técnico, dentro del sector público, salvo honrosas excepciones, siguen dejando mucho que desear, donde la política y el prebendarismo muchas veces anteceden a la meritocracia, capacidad, idoneidad, trayectoria profesional y formación académica.

Necesitamos instituciones actualizadas a los nuevos tiempos, donde podamos visualizar procesos digitales en todos ellos, y que la plantilla de personal esté conformado por gente que aporte valor agregado, que permita lograr en forma consistente un proceso de racionalización de gastos rígidos, imponiéndose una reingeniería global tanto en ministerios como en secretarías ejecutivas y entes descentralizados, haciéndose necesario un análisis y evaluación del nivel de formación y capacidad del capital humano.

En materia de innovación, investigación y desarrollo, Paraguay sigue entre los últimos países de la región, tornando complicado una mejora sustancial, urgiendo salir de lo meramente convencional, que nos permitan crecer dentro del mercado doméstico y hacia afuera, atrayendo a más inversionistas extranjeros que puedan generar fuentes de trabajo diversificados, dándoles la necesaria garantía jurídica para que puedan crecer, fortalecerse y expandirse cuali/cuantitativamente contribuyendo en forma efectiva a un mayor dinamismo y solidez de nuestra macro y microeconomía.

Ahora que hemos alcanzado el grado de inversión, dicho compromiso se acrecienta mucho más y se lo deberá cumplir, dado que la debilidad estructural de nuestras instituciones siguen siendo una de nuestras mayores áreas críticas de riesgo.

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