DESDE MI MUNDO
- Por Mariano Nin
- Columnista
El sábado 13 de abril de este año cientos de drones iraníes atacaban Israel en el contexto de la guerra entre Israel y la Franja de Gaza, como represalia por un bombardeo israelí que mató a dieciséis personas, incluidos dos civiles y varios militares de alto rango, en la embajada iraní en Damasco (Siria).
Entonces, Irán lanzaba un ataque contra Israel utilizando más de 320 drones y misiles. 12 de los primeros proyectiles llegaron a Israel en la zona del Néguev. Este fue el primer ataque iraní directo contra Israel desde que comenzase la enemistad entre ambos países tras la Revolución Islámica de 1979.
El Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica denominó al ataque “Operación Promesa Verdadera”. Pero la promesa vendría de parte de Israel. “Este ataque no quedará impune”.
Un analista israelí consultado sobre cuál creía que podría ser la respuesta israelí, explicaba, sin descartar un ataque total: “Es difícil de saber. Por el momento se retrasa después de Pésaj –las Pascuas judías, una de las celebraciones más importantes del calendario–. Esa represalia tendrá en cuenta la presión de los Estados Unidos. Así que podría ser más suave de lo necesaria, tal vez no cinética”.
El experto, cuya identidad permanece en resguardo, se refería a que el operativo podría no ser convencional. Israel sopesa alternativas a un bombardeo, aseguraba.
Pero en Oriente Medio las cosas se suceden con una vorágine increíble. El martes 17 de setiembre miles de bíperes (buscapersonas) de líderes y soldados de Hezbolá explotaban simultáneamente.
Se informó de incidentes en todo el Líbano, desde Beirut hasta el valle de Bekaa. Incluso en la vecina Siria, un golpe devastador para la moral y la capacidad de Hezbolá.
Es difícil pensar en un ataque más calculado para sembrar miedo y confusión. Más de una decena de personas murió y unas 3.000 resultaron heridas en las explosiones.
Sin contar que al otro día y cuando Hezbolá ordenaba cambiar los bíperes, que habían reemplazado a los teléfonos que aseguraban eran fáciles de rastrear, por los walkie-talkie, estos mágicamente volvían a explotar matando a decenas de personas e hiriendo a miles.
Israel todavía no hizo comentarios, pero sin dudas fue su obra: ningún otro grupo o país tiene la motivación o la capacidad para hacer algo así.
Hoy es difícil pensar que Hezbolá no se sentirá obligado a responder de alguna manera. La venganza de la venganza no se apagará con más venganza. Parece el argumento de una película de ficción. Solo que una vez más fue superada por la realidad.
Recuerdo lo que decía un amigo periodista amante de las conspiraciones: Oriente Medio es un polvorín de fanatismos que dan muerte en nombre del mismo Dios con distinto nombre.
Fue, es y quizás siga siendo así, porque allí el odio por los muertos sigue alimentando el fuego entre los vivos. Pero esa… esa es otra historia.