Comencé a escribir sobre los cortes de energía en Venezuela, el país con las mayores reservas de petróleo del planeta, pero en ese momento los medios de comunicación y las redes sociales comenzaron a divulgar la terrible noticia confirmando la identidad de los seis secuestrados por Hamás, quienes fueron ejecutados a sangre fría, con disparos a corta distancia en la cabeza, por el grupo terrorista palestino, apenas 48 horas antes de ser hallados en uno de los tantos túneles construidos con dinero aportado por la comunidad internacional.

Da la sensación que el mundo entero se ha acostumbrado a esta espantosa situación y recién ahora, casi 11 meses después del fatídico 7 de octubre, altos funcionarios del gobierno de Joe Biden, interesados en lograr la paz en esa zona, se dan cuenta que Hamás no está dispuesto a negociar ningún tipo de acuerdo que lleve a un cese de fuego y mucho menos en devolver con vida a los secuestrados que están en su poder.

Los reiterados intentos negociadores de terceras partes, incluyendo a EE. UU., Qatar y Egipto, parecen ser más bien ser una estrategia de los propios terroristas para ganar tiempo y complicar aún más la situación del gobierno de Benjamín Netanyahu que ahora enfrenta una mayor resistencia interna por la extensión de las operaciones militares y las bajas que han sufrido y siguen sufriendo mientras entierran a los secuestrados asesinados.

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Los terroristas no desean paz, prueba de ello es que sacrifican a su propia gente, mientras sus “soldados” viven escondidos en túneles construidos a lo largo y ancho de Gaza y una manada de ignorantes, incluyendo a políticos, periodistas y celebridades, se convierten en cómplices y les siguen el juego a los terroristas, alentando sus crímenes en todo el mundo y pidiendo tácitamente otros más.

ODIO POR LA HUMANIDAD

Otra muestra del odio hacia la humanidad y a todo vestigio de civilización por parte de Hamás, fue el hecho de hacer público los videos en vida de los mismos seis ejecutados, en momentos en que se realizaban sus dolorosos funerales.

Según el Estatuto de Roma, de la Corte Penal Internacional, la ejecución de secuestrados que hayan sido objetos de desapariciones forzadas, o como parte de un ataque generalizado, son considerados por el Derecho Internacional como crímenes de lesa humanidad, al ser un acto de violencia deliberada, masiva y planificada contra poblaciones civiles, tal como sucedió el 7 de octubre pasado en las localidades del sur de Israel.

Las torturas, la violencia sexual y las ejecuciones, forman parte de las etiquetas para este tipo de crímenes, algo que está documentado por los propios perpetradores de estas acciones y son imprescriptibles. La guerra en Gaza, que fuera iniciada por Hamás con la masacre de niños, jóvenes, mujeres y adultos mayores, ha llegado a un punto de inflexión donde EE. UU., podría forzar, tanto a Israel como al grupo terrorista patrocinado por Irán, a aceptar el fin de las hostilidades o bien, la administración de Biden podría finalmente abandonar el liderazgo de estas negociaciones, bastante golpeadas luego que el joven de origen estadounidense, Hersh Goldberg-Polin, de 23 años, haya sido uno de los ejecutados por Hamás, mientras sus padres daban un ferviente discurso en plena Convención Nacional del Partido Demócrata.

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