• Por Felipe Goroso S.
  • Columnista político

Se ha cumplido el primero de los cinco años de la administración capitaneada por Santiago Peña y estos son algunos de los ejes de más impacto y que podrían tener mayor proyección política en el tiempo: obtención del grado de inversión; vinculado a las oportunidades de inversión y sobre todo y principalmente de empleo para la gente, el proyecto Hambre Cero para los niños en las escuelas, ampliación de los horarios de atención en hospitales públicos, la incorporación de más efectivos y fortalecimiento del Grupo Lince de la Policía Nacional, una economía en crecimiento con cifras de recaudación récord para el fisco, negociación sin precedentes con Brasil en Itaipú y su posterior inversión en áreas sociales sensibles, recuperación de la presencia del Estado en las penitenciarías, radical cambio positivo en lucha contra el narcotráfico desde la Senad, sucesiva y sostenida reducción del combustible de Petropar, actuando el mismo como un regulador natural del mercado. Y dos elementos tan transversales como vitales: haber sabido construir consensos y mayorías en ambas Cámaras del Congreso, lo que permitió pasar leyes que son bases fundamentales de la gestión y el nivel de cohesión y acompañamiento al que se ha arribado al interior del Partido Colorado.

Definitivamente no son todos, sin duda es incompleta la lista. Ahora bien, hay un componente que es el común denominador a los mencionados, la capacidad que tienen cada uno de ellos de permear en el día a día de la gente y la posibilidad de construir para una narrativa potente y emotiva. Teniendo como el gran paraguas al mito de gobierno. Lejos de la frialdad de los números y cifras, planillas de Excel, gráficos de Power Point o papers aburridos. Es por ahí. Es ese el gran desafío, se han sentado los cimientos, ahora hay que elevar los pilares para sostener la obra.

Los grupos de medios que abiertamente hacen militancia y actúan y tratan de suplir a los partidos políticos de oposición que en su gran mayoría están en fase terminal o pidiendo un desfibrilador plantean un perverso juego de marcos de debate y discusión pública en el cual el oficialismo no debe caer. Siguen un guión que ni siquiera se escribe en territorio paraguayo. Aquel que buenamente cree que eso va a cambiar se equivoca, no hay vuelta atrás. Como mucho se podrán plantear acuerdos puntuales en algunos temas.

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Asumiendo esta realidad; la política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a, debe proponer su propia agenda. Hay que avanzar en la línea propuesta desde la presidencia de la Cámara de Diputados de un gran acuerdo nacional con temas sobre los cuales se busquen consensos entre las fuerzas políticas con representación. Ese será el gran diferencial y la garantía de estabilidad tan necesarios. Por añadidura, será el blindaje que se precisa para hacer que los tiroteos que vengan por fuera de la política no logren penetrar ni conseguir sus objetivos de destrucción.

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