EL PODER DE LA CONCIENCIA

Hoy vamos a desempolvar a unos personajes que el arcón del tiempo mantiene en el olvido desde hace décadas. Muy pocas personas podrán recordar en las páginas de los cómics o en breves animaciones esta creación de Walt Disney llamada Pete, El Negro, a veces también conocido como Pete Pata de Palo; Pedro, El Malo, o simplemente Pete.

Es lógico que su figura se pierda en las tinieblas del pasado puesto que es muy viejo, tanto que su primera aparición se remonta a 1925, incluso antes de que naciera el famoso ratón Mickey.

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Pete era un personaje malo, cuya profesión era simplemente ser un malhechor y con el correr de las aventuras se encargaría de hacer “trabajos” contra sus enemigos, entre los que se contarían el propio Mickey y su amigo Goofy (o Tribilín), el Pato Donald, entre otros.

Para sus fechorías, este oscuro personaje a veces se unía con Los Chicos Malos (Los Beagle Boys), una banda fácilmente reconocible porque sus tres integrantes siempre llevaban puestos unos antifaces negros y unos característicos gorritos.

Una versión más moderna o recordable de esta simbiosis de malandrería la encontramos en los villanos que ayudaban a los enemigos de Batman y Robin (Adam West y Burt Ward) cada vez que enfrentaban al Acertijo, al Pingüino, al Guasón o al Rey Tut. Era normal que los superhéroes se dieran de puñetazos con estos ayudantes de los supervillanos.

Estos personajes de fantasía del siglo pasado se hacen realidad en nuestros días cuando nos enteramos del caso de cinco diputados que no asistieron a sus obligaciones de la Cámara porque fueron a participar de un acto político en San Bernardino con Pete Abdo Benítez.

Juan Ramón Maciel, Luis González Vaesken, Roberto González, Mauricio Espínola y Daniel Centurión abandonaron sus responsabilidades para los que fueron elegidos y fueron a encontrarse con su amado líder, quien reaparece en la arena política sin haber rendido cuentas con la Justicia –y menos con sus compatriotas– por varios “trabajos” hechos durante su gobierno, como las filtraciones de la Seprelad o la sideral ganancia de sus empresas, mientras que cientos iban a la quiebra.

Como buen malhechor, en sus declaraciones se jacta de que él no cometió ningún delito; sin embargo, el daño que causó fue solo comparable con lo imaginado por las retorcidas mentes de los villanos del pasado.

Hoy regresa sin arrepentimiento, reagrupa a sus Chicos Malos y realiza planes a futuro, pretendiendo que aquí no ha pasado nada y que como siempre ocurre, el paso del tiempo ayude a olvidar sus criminales acciones.

Muchos consideran a Pete como el peor presidente de la historia y eso es fácil de entender con la cantidad de denuncias de corrupción, tratos oscuros, licitaciones amañadas con secuaces y la cuantiosa deuda que dejó al Estado que salpicaron su gestión y que él niega.

También es fácil entender cuando comparamos con el apenas un año de gestión del nuevo presidente, quien no solo logró pagar las deudas dejadas por Pete y reactivar la economía nacional, sino que diseñó planes para beneficiar a la ciudadanía, como las consultas nocturnas en salud, alimentos para los escolares, tratos ventajosos con países vecinos y aplicar medidas para alcanzar el grado de inversión.

Antes, Pete se alimentaba él y sus secuaces, no a los niños; entregaba la soberanía en tratos traidores o acumulaba enormes deudas al Estado, mientras recaudaba su fortuna personal.

¿Qué habrá imaginado el genio de Walt Disney cuando creó a los Chicos Malos? ¿Fue resultado de su imaginación o fruto de sus observaciones del siglo pasado? Nunca sabremos la respuesta, pero nos queda la certeza que Pete no sería nadie sin sus secuaces, ni los supervillanos serían peligrosos sin sus ayudantes peleones.

Son los despreciables seguidores como estos cinco diputados los que traicionan sus deberes y a sus mandantes para conspirar con Pete para los siguientes “trabajos” que les beneficiarán económicamente. Está en su naturaleza ser malhechores, sin conciencia del bien o del mal. Solo piensan en hacer daño y obtener su ganancia a cualquier costo.

Lo grave es que hoy los Chicos Malos son reales, están cerca, disfrazados de personas, que solo esperan el momento para asestar el siguiente golpe.

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