Las multinacionales generalmente son pésimas perdedoras. Usualmente lo que sucede es que cuando desembarcan en un mercado nuevo lo hacen teniendo por descontado que se van a llevar puestos a sus competidores locales. Sin embargo, en Paraguay se cruzaron con un contrincante al que nunca pudieron devorar: Tabesa.

Datos oficiales muestran que es una industria que sostiene a 10.000 empleados de forma directa e indirecta. Si a cada empleado se le calculan dos a tres hijos, se estima un universo de 30.000 personas que dependen del funcionamiento de la industria tabacalera en general y todo esto solo con la materia prima, sin considerar la cadena de valor. El nivel de exportación en el sector tabacalero pasó de USD 40 millones a USD 15 millones por año, es decir, el impacto medido en 12 meses ya alcanza un 60 % de disminución.

Los registros muestran que existen 25 industrias formales inscriptas en el Ministerio de Industria y Comercio, desde donde hicieron un relevamiento de datos y detectaron que se perdieron 850 puestos de trabajo en ese período, si hablamos de que cada puesto de trabajo perdido representa a un integrante de una familia de tres, más de 2.500 personas se quedaron sin sustento diario. Tabesa pagaba entre 3 y 4 millones de dólares por mes al fisco, hoy está pagando entre 500 y 600 mil dólares, coincidente con la suma que podría (y esto aún está por verse) recibir el Paraguay en concepto de cobro de impuestos por toda la operación anunciada de ingreso a la carne paraguaya en Estados Unidos con el cupo de apenas 60 millones de dólares.

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Recordemos que tal operación quedó trabada por un proyecto de ley que anula la habilitación de la administración Biden a las importaciones de carne paraguaya. El Senado estadounidense aprobó la prohibición de ingreso de nuestra carne por 70 a 25. Hay que darles, así se defiende la industria nacional.

Estamos ante una guerra comercial, con obvias implicancias políticas. El que no quiere verlo debería urgente pedir turno en el oculista. Hace 25 años que las marcas de Tabesa son líderes en el mercado paraguayo, y a pesar de los muchos intentos de la Philip Morris y la British American Tobacco, nunca la han logrado superar. En este punto, es oportuno traer a colación el muy conocido caso de Inka Cola en Perú; durante años Coca-Cola trató de desbancar de todas las formas posibles a la industria peruana. Como no lo consiguió, finalmente terminó comprando la marca a mediados de los 90, y le dio a la familia Lindley (dueños de Inka Cola) la franquicia de la bebida americana. En síntesis, como no la pudo superar, la terminó comprando.

En el caso Tabesa y el Paraguay han sido mucho menos elegantes, como las poderosísimas y multimillonarias tabacaleras estadounidenses no pueden superar a las marcas de Tabesa, el embajador Ostfield se encargaría de acogotar a la empresa paraguaya, para que así el mercado quede libre a las empresas americanas. Cualquiera que conozca mínimamente el gigantesco poder de lobby de las tabacaleras estadounidenses sabe de lo que hablo.

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