- Por Marcelo Pedroza
- Psicólogo y magíster en Educación
- mpedroza20@hotmail.com
Zenón de Citio (332 a. C. - 262 a. C.), fundador del estoicismo, la principal escuela filosófica del período helenístico, situada entre la muerte de Alejandro Magno, en el 323 a. C. y la batalla de Actium de 31 a. C., en la que Octaviano derrotó a Cleopatra y Marco Antonio, y anexó Egipto al Imperio romano. Zenón dejó grandes lecciones. Entre ellas, estaba convencido de que la cooperación entre las personas es posible. Y para tal efecto, esa voluntad de relación fluye debido a la bondad humana, creencia que permitía sostener el pensamiento optimista del maestro.
En su biografía se resalta la comparación que hacía de la vida, la cual consideraba que era como una escuela, dado que el vivir implicaba superar los obstáculos y transformarlos en aprendizajes. Para él nada era casualidad, por eso la escuela estoica creía en la “ley de la causa y el efecto”. Un hecho genera consecuencias. Y el proclamarse responsable facilita el crecimiento y habilita el acceso a lo que los estoicos denominaron ataraxia, expresando la paz interior que ocasiona afrontar la vida.
Zenón, que había nacido en Citio, perteneciente a la isla de Chipre, utilizaba su capacidad de diálogo en las calles de Atenas, allí llegó a sus 22 años, y en esa tierra murió. En la ciudad difundió el conocimiento, y afirmó la capacidad que posee el ser humano para vivenciar ese conocer, para el cual resaltó a la percepción y a las impresiones ocasionadas por los sentidos. De manera que, la experiencia era vital, forjando el nacimiento de la autoconciencia. “…las sensaciones se transforman en percepciones plenas cuando el entendimiento construye una representación mental o imagen a partir de su aceptación de la imagen representada, lo que los estoicos llaman reconocimiento”, escribe J.A. Cardona en el libro “Filosofía helenística”.
A los jóvenes les infundía la visión que eran ciudadanos del mundo. Zenón era un visionario, hoy el mundo vive en cada uno, hoy somos el mundo. Hoy lo que uno hace repercute en otros y lo que otros hacen, repercute en uno. Somos pura conexión. Somos pura convivencia.
Cardona, en la obra citada precedentemente, al abordar sobre la lógica y teoría del conocimiento en la filosofía estoica, redacta: “En cuanto a la ética, no se limitaba a un conjunto de ideas morales abstractas, sino que a partir de estas buscaba su aplicación práctica en la vida real para facilitar la obtención de la felicidad y el bienestar (no se refería al confort, claro está, sino en el sentido de estar bien con uno mismo y con los demás)”. Es la promoción del pensamiento empático, del que vibra con el ejemplo, del que pone en acción el respeto al prójimo y en su contexto lógico reconoce su identidad social. Generando la retroalimentación de las causas y los efectos que construyen comunidad.