A medida en que van transcurriendo los años, todo se va tornando más dinámico y cambiante en este mundo que nos toca vivir.

Forma parte del ritmo actual en todo el planeta. Los usos y costumbres de años atrás han sido reemplazados por otros en función a lo que exigen nuestros países, mercados, además de los gustos y tendencias de los consumidores, uno de los aspectos primarios a tenerlo en cuenta.

El manejo de nuestras finanzas personales ha observado un cariz diferente, pues las exigencias de la vida moderna hacen que tengamos que disponer de mayores niveles de ingresos si pretendemos para nuestros hijos una mejor calidad educativa, que les puedan servir para enfrentar el día a día cada vez más competitivo y complejo.

Como padres deseamos que puedan recibir una formación académica de calidad más integral que las que nosotros los hemos tenido en época de colegio y universidad.

Históricamente una de las principales herramientas con que contábamos para tener mejores chances de acceder a una posición laboral se circunscribía a mostrar dentro de nuestra hoja de vida un nivel académico que pueda tener “su peso” cuali/cuantitativo al momento de una entrevista de trabajo.

Si bien la formación que logramos alcanzar, las buenas calificaciones que pudimos haber obtenido dentro del ciclo medio y superior tiene su cuota de incidencia, hoy día se dan también otros factores intrínsecos y extrínsecos que en “el momento de la verdad” tienen su peso cuali/cuantitativo y que las empresas especializadas en selección de capital humano lo tienen en cuenta, ya que muchos paradigmas han cambiado.

Es bueno que podamos mostrar un razonable manejo de nuestra inteligencia asertiva y emocional, actitud y aptitud, y disposición para trabajar en equipo, puesto que si bien pudimos haber sido un alumno brillante con excelentes calificaciones y mención de honor, en el terreno práctico el escenario es distinto dado que muchos de los conocimientos adquiridos cuando somos estudiantes tienen un peso más bien teórico, en cambio aquel que muestre mayor ductilidad y pragmatismo son mejores profesionales que los que “brillaron” por sus buenas calificaciones, aspectos apreciados en las organizaciones modernas y también por las especializadas en recursos humanos.

Hasta hace un poco más de una década era común encontrar matrimonios con 3, 4 o más hijos, pues todo era mucho más accesible desde el punto de vista económico-financiero.

Los tiempos han cambiado y hoy día tener varios hijos resulta oneroso y complicado si pretendemos darle una educación de calidad, a no ser que tengamos una capacidad adquisitiva que lo permita.

Una de nuestras mayores obsesiones hasta hace algunos años antes de contraer matrimonio era tener nuestro techo propio. Hoy día la mayoría de las parejas jóvenes casadas viven en departamentos de alquiler en los primeros años hasta lograr un mayor nivel de consolidación en sus finanzas.

Como padres no tenemos que preocuparnos y ocuparnos solamente en tratar de darle una formación académica cualificada, sino hacer lo necesario porque puedan ir desarrollando las demás virtudes que llegado el momento les puedan ser de utilidad y proyección en sus vidas profesionales y de paso ir “empapándoles” con los principios básicos que rigen a una buena educación financiera, constituido en una de las herramientas primarias que en su momento serán sus mejores aliados para poder ir forjando un presente y futuro que les puedan garantizar razonablemente un buen pasar y estabilidad en lo económico, financiero y patrimonial.

Vale la pena ponerlo en práctica, ya que si hoy todo se ha vuelto más complicado y difícil, no quisiéramos hacer “futurología” de lo que podría ser el mundo de aquí a 10 o más años.

Nuestros jóvenes deben entender que deberán actualizarse permanentemente, puesto que lo que hoy pudimos haber aprendido en un posgrado o maestría, a lo sumo tiene una vigencia que no va más allá de los 5 años y así sucesivamente.

Dejanos tu comentario