• Por Ricardo Rivas
  • Corresponsal en Argentina
  • X: @RtrivasRivas

El miércoles próximo, 7 de agosto –dentro de 48 horas– como cada año, el santoral indica que en la Iglesia católica se recordará a San Cayetano, el santo patrono del trabajo. Bajo la consigna de “Pan, paz, trabajo, techo y tierra”, la Confederación General del Trabajo (CGT), las dos CTA (Central de Trabajadores Argentinos) y los movimientos sociales se manifestarán en todo el país para expresar sus reclamos en contra del “hambre” y la “falta de alimentos”.

Será interesante observar esa confrontación de fuerzas frente al gobierno del presidente Javier Milei que, según la mayor parte de las encuestas que fragmentariamente se publican cada día de la semana, se mantiene con buena valoración en la consideración social.

Los datos objetivos que se conocen a partir de informaciones oficiales dan cuenta de un claro y coincidente incremento en múltiples indicadores que, además, desde el pasado jueves, se verán nuevamente alterados ya que por decisión gubernamental se incrementaron los valores en el suministro de los servicios de gas, luz, agua. combustibles y transportes públicos. Veamos.

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Con las políticas que aplica el señor Milei y el impacto que ellas tienen en el Índice de Precios al Consumidor (IPC), a partir de diversos estudios realizados tanto por el gubernamental Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) como por consultoras privadas, en el primer trimestre del año que corre, el 54,8 % de la población es pobre. El 20,3 %, por su parte es indigente, según emerge de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que realiza el mencionado Indec.

Tales porcentuales dan cuenta que aproximadamente 25,5 millones de personas se encuentran en situación de pobreza y que, de ellas, si se contrasta el dato con mediciones anteriores, cerca de 9 millones son Nupos (nuevos pobres). Estos cuadros claramente indican que respecto del cuarto trimestre de 2023 la indigencia se elevó 13,8 % y la pobreza 9,9 %. Si las mediciones actuales consignadas se cruzan contra los datos del período enero-marzo 2023, el incremento de la pobreza es de 16,1 puntos porcentuales y la indigencia se expandió 11,4.

La mensura de la pobreza infantil –en el mismo período 2024– se ubica en 69,7 % y la indigencia, en ese segmento, en 30 %. Estos datos explican que casi 8 de cada 10 niños por debajo de los 14 años viven en situación de pobreza.

Asimismo, en el último semestre, las estadísticas indican que con 115,7 % de incremento en los precios al consumidor (la inflación) los salarios, en cualesquiera de sus segmentos, evolucionan muy por detrás del costo de alimentos, bienes y servicios. Los sueldos en el sector privado escalaron 14 puntos porcentuales; contra las remuneraciones de los estatales con ingresos medios 40; y 48,3 para lo haberes más bajos.

Vale consignar que con ese cuadro de salarios contra inflación el consumo también se contrajo, en el primero de los trimestres de este año 6,7 % respecto del mismo período en 2023, según el Indec.

En el Banco Central (BCRA) los balances dan cuenta que julio nuevamente finalizó con las reservas en rojo –algunos estudios oficiales aseguran que son USD 180 millones– hasta ubicarse apenas por encima de los USD 27 mil millones que no son todos propios porque un porcentaje de ese monto se integra con parte de los encajes bancarios (¿USD 2 mil millones?) propiedad de depositantes privados que así se contabilizan.

Es probable entonces que recordar a San Cayetano una vez más sea en punto de convergencia interreligioso más convocante porque –a no dudarlo, quienes desean “pan, paz, trabajo, techo y tierra” adhieren a todo credo (no son solo católicos practicantes ni mucho menos) y miles ni siquiera son creyentes.

Por esa razón la Iglesia argentina y para no confrontar con los reclamos intenta distanciarse de las manifestaciones que se concretarán el miércoles y para ello, el arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, para no ser sospechado de coorganizador de las marchas recordó públicamente que “San Cayetano no es un santo de un partido político o de un sector social”, reivindicó que “es un santo de todos” y, desde esa perspectiva, propuso que quienes manifiesten y se expresen no solo se concentren en el templo donde se venera a “un santo amigo de nuestro pueblo al que le pedimos entre todos un corazón solidario y especialmente por el pan, por el trabajo y por la paz”, sino que lo hagan en otras iglesias.

Habrá que ver la evolución de los acontecimientos. Internos y externos. Y, entre estos últimos, la prioridad es la grave situación en Venezuela que nadie puede arriesgar pronóstico acerca de cuál será el punto que pondrá fin a la extendida semana en la que el dictador Nicolás Maduro se declaró ganador de unos comicios presidenciales que el diplomático opositor Edmundo González y la opositora Corina Machado niegan e informan al mundo con datos que exhiben a quien quiera verlos que ellos son los que triunfaron.

Aquella crisis salpica a Latinoamérica y a cada país en particular. Las izquierdas y los progresismos regionales convulsionan entre la perspectiva crítica que expone sobre el diferendo venezolano el presidente de Chile, Gabriel Boric, y los oscilantes Gustavo Petro, de Colombia; Andrés Manuel López Obrador, de México; y hasta el mismísimo Luiz Inacio “Lula” da Silva que hace piruetas inesperadas entre las exigencias del PT (Partido Trabalhista) que él mismo fundara y las conversaciones públicas que sostiene con el presidente norteamericano Joe Biden.

Por su parte, las derechas cercanas al centro y las más radicalizadas como la que parece encarnar el señor Milei, sin credibilidad, capacidad política de maniobra ni peso transnacional para incidir en el conflicto y su resolución, parecen expresarse solo con los ojos clavados en el frente interno y sin tener a la vista la necesidad y compromisos que la Argentina –por el principio de la continuidad jurídica de los Estados– desde muchas décadas se comprometió a sostener con la comunidad internacional y, en particular, con el Mercosur y la Organización de los Estados Americanos (OEA).

Semana compleja, por cierto. Y, por si algo faltara, es necesario recordar que el viernes pasado los mercados globales trepidaron. El índice Topix –el de la Bolsa de Valores de Tokio– se desplomó. En su caída se llevó puestos a los mercados europeos y sacudió enérgicamente a Wall Street que además se contrajo por cuestiones internas tales como un incremento en el desempleo en Estados Unidos e indicios de desaceleración económica a pocas semanas de las presidenciales. ¿Cómo abrirán este lunes las operaciones globales? ¿Qué impacto tendrá la corrida comentada en los mercados, indicadores y títulos argentinos?

El viernes último el dólar informal se transó en alza a USD 1.400 por unidad de la divisa estadounidense. La brecha con el valor oficial de esa moneda una vez más se ubica en el 50 %. La sobretasa de riesgo que mide JP Morgan para este país en el mercado crediticio alcanzó los 1611 puntos básicos. El Merval (índice de la Bolsa de Comercio local) cayó 2,8 % y los títulos argentinos, en Wall Street decrecieron poco más de un 11 %. Complejo, por cierto.

Especialmente cuando aquí en el Congreso Nacional corre el cierto riesgo de ser rechazado un decreto de necesidad y urgencia (DNU) que emitió el presidente Milei con el que incrementa los gastos secretos para los servicios de inteligencia lo que –de suceder– será ponderado en el exterior como una carencia de apoyos políticos a su programa de gobierno. Preocupante. Esto podría suceder cuando la relación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para obtener fondos frescos que permitan dolarizar parece en slow motion; y cuando desde los mercados se recuerda que en 2025 –a la vuelta de la esquina– Argentina tendrá que honrar vencimientos de la deuda pública por casi USD 24 mil millones.

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