• Por Ricardo Rivas
  • Corresponsal en Argentina
  • X: @RtrivasRivas

Los resultados que se esperan de la gestión económica presidencial en Argentina –pese a los esfuerzos gubernamentales para potenciarlos– no se perciben con amplitud. Lo mismo pasa con aquellos objetivos que tienen que ver con la gestión política. El éxito más divulgado es el de la baja de la inflación, aunque pese a la caída de los precios es muy relevante que también se verifica que se contrae el consumo porque se amplía la base de quienes ni siquiera pueden comprar lo que hoy cuesta menos que ayer. La paciencia social suele ser un bien que no se prolonga en tiempos de carencias.

La presidencia del señor Javier Milei transcurre el tercer trimestre desde el inicio del mandato el 10 de diciembre pasado. La periodista Laura Di Marco en el diario La Nación de Buenos Aires, revela que el politólogo Lucas Romero, director la consultora Synopsis, explica que a este período trimestral en desarrollo lo categoriza como “de ansiedad” porque “los mercados y la gente (aún) esperan que se produzcan (los) cambios económicos” prometidos durante la campaña presidencial y en lo dos mensajes presidenciales ante el Parlamento.

“Lo que hemos visto en los mercados, por lo menos desde fines de mayo hasta ahora, es cierta duda o inquietud”, señala Romero a Di Marco y precisa que en el primer semestre “los tres principales logros de la gestión, que eran superávit, bajar la inflación y acumular reservas” ya no parecen ser suficientes en la percepción social porque “empezaron a mostrar señales de fatiga y de insustentabilidad hacia el futuro”.

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Agrega que “el mercado quiere ver algo sustentable hacia adelante y lo reclama” mientras que en “la gente, hay varias miradas (...) de cara al futuro y la situación económica personal en un año” que “mejoró hasta mayo, pero (que) en los últimos meses hubo datos de reversión”.

El presidente Milei, sobre el mediodía de ayer, en la tradicional exposición rural que se celebra cada año en Buenos Aires, escuchó personalmente algunas de esas conclusiones perceptuales en la palabra del presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA) Nicolás Pino quien sostuvo que “si el gobierno levantara las trabas crecería la oferta y bajarían los precios” y destacó que “los productores necesitamos la certeza de que eliminará las retenciones” y advirtió que “si seguimos trabajando es porque confiamos en su gobierno”.

“Seguimos agobiados con las retenciones (porque) son un impuesto distorsivo, confiscatorio y arcaico, aplicado intermitentemente en la Argentina desde el siglo 19 que saquea a los productores”, precisó el señor Pino quien enfatizo en que “si se eliminaran (desde el campo) surgiría la respuesta inmediata de aumento de la producción, del empleo y la recaudación de otros impuestos más equitativos” y señaló que, por el contrario, si se mantienen en el tiempo “lo que producen es el desaliento y la desaparición del productor agropecuario”.

El mandatario a su tiempo respondió que “las reformas están en camino”; aseguró que “nadie tiene tantas ganas como nosotros de salir de este modelo desastroso donde el Estado, entre retenciones y cepo, le expropia al campo el 70 % de lo que produce”.

Didácticamente también explicó que es necesario “saber que quitar los parches sin antes solucionar el problema de fondo sería agravar la crisis que heredamos”; advirtió que pese a los reclamos sectoriales “no nos importa cuánta presión haya ni de dónde venga (porque) nosotros no vamos a apresurarnos demagógicamente (...) vamos a respetar el logro del equilibrio macroeconómico (alcanzado hasta ahora) y vamos a avanzar conforme sea logrado”. Claramente, el presidente pidió enfáticamente paciencia ante la “ansiedad” a la que hizo referencia Lucas Romero.

Ante ese clima, sorprende que a través de comunicaciones tan informales como reticulares que se impulsan desde todo sector –en las que no es ajeno y desde las sombras el gobierno– entre los temas que más circulan se encuentran los entretelones vinculares y supuestos desencuentros entre el señor Milei y la vicepresidenta Victoria Villarruel que, sin embargo, no se atribuye a ninguno de ellos sino a una tercera persona –Karina Milei, secretaria general de la presidencia y hermana del jefe de Estado– que generaría controversias y desencuentros en la relación entre ambos.

Un clásico de la historia argentina desde décadas que poco –muy poco o nada– aporta a la gobernabilidad y a alcanzar estándares adecuados para la mejor gestión política y la calidad de vida de la sociedad.

Las redes –ese ecosistema en el que lo único que circula parecido a la realidad real son los desacuerdos y la construcción mediática de amenazas y amenazados– entre tanto, operan a destajo y tienen fuerte impacto entre un sinfín de operadores políticos que gestionan sus imposibilidades y frustraciones mientras transitan lejos, muy lejos de la ciudadanía abrumada en el no poder. Tan grave como preocupante.

A ello se añade que el presidente Milei muchos de sus días de gestión los desarrolla en el exterior, aunque en la Argentina en general y en el Parlamento en particular se desconoce cuál es su política internacional y, por tanto, interesa tener mayor información sobre qué gestiona en cada uno de sus desplazamientos altamente onerosos y cuáles son sus resultados.

“No alcanza con que sus voceros expliquen generalidades acerca de que va en busca de inversiones que se demoran en llegar o a intentar alianzas estratégicas con otras potencias”, dicen a este diario en reserva dos parlamentarios oficialistas que reseñan una vez más los sucesivos incordios que el mandatario sostiene con varios de sus homólogos.

“Abrazar al presidente francés Emmanuel Macron en la puerta misma del palacio gubernamental en París frente a las cámaras horas antes del inicio de los Juegos Olímpicos, no dice mucho ni significa nada especial o particular”, agregan los consultados que no dudan en sostener que “confundir buenos modales con acuerdos que no los hay, aunque existieron referencias y conversaciones sobre temas de posible interés común, no es bueno”.

La reunión bilateral que Macron –el presidente anfitrión– concedió a su homólogo argentino visitante el viernes pasado no es parte de una excepcionalidad. El presidente de Paraguay, Santiago Peña, entre otros, también fue recibido. Por otra parte, el protocolo presidencial francés estaba en deuda con la Argentina. El finalmente concretado encuentro Macron-Milei fue pactado para unas pocas semanas atrás y desde Francia fue suspendido cuando la necesidad de realizar un segundo turno electoral para dirimir si el voto popular mantenía como ganadora en la primera vuelta a la ultraderecha de Marine Le Pen.

En ese contexto y mientras la bilateral finalmente se producía, tres fuentes diplomáticas francesas consultadas en París con el compromiso de mantener sus identidades en reserva comentaron a este cronista que entonces “se evaluó como un inconveniente realizar la reunión entre los presidentes Macron y Milei en ese momento porque el mandatario argentino –de ideología cercana a la señora Le Pen- suele autodenominarse como “el líder de la derecha mundial más popular”.

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