Cuando pensamos en crecimiento, normalmente recordamos cuestiones como mercado, ventas, procesos y productos, talentos, recursos financieros... Elementos prácticos, tangibles. Sin embargo, hay un elemento invisible, muchas veces completamente ignorado, que es la verdadera piedra angular del crecimiento: la cultura.

En una frase, la cultura son normas, valores y creencias compartidas. Esta es la definición académica dada por Edgar Schein, quizás el mayor estudioso de la cultura organizacional. Traduciendo esto a nuestra realidad práctica, la cultura es el ‘estilo’ de la empresa, la forma en que ve el mundo y actúa en él.

La cultura es extremadamente poderosa. Drucker, el papa de la administración, ya decía que la cultura se come la estrategia en el desayuno. Esto se debe a que efectivamente ‘dicta’ a la empresa y a sus colaboradores lo que es correcto e incorrecto, permitido y prohibido, deseable y reprobable. Y aquí está la clave: la cultura hace todo esto muchas veces a pesar, incluso en contra, de lo que exigen las reglas explícitas de la empresa. Así es porque la cultura informa a todos, a un nivel afectivo y, frecuentemente, inconsciente, cómo deben ser las cosas. Son creencias y hábitos profundamente arraigados que llevan un tremendo poder inercial.

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Por eso, si tu estrategia no está alineada con tu cultura, ¡puedes olvidarlo! En esos casos, las reuniones de planificación estratégica son poco más que un mero teatro, una pérdida de tiempo. Es también por eso que es tan común que los cuadros de misión y valores de muchas empresas solo sirvan para decorar la pared. Están completamente desconectados de la cultura real que domina el ambiente.

La cultura es una de las diferencias entre la mayoría de las empresas de alto crecimiento y otras compañías. Esos negocios de alto rendimiento no solo conocen la importancia de la cultura, sino que la trabajan con intencionalidad. Sus dueños saben que la cultura de su negocio será un reflejo de su carácter, de sus hábitos, en fin, del ejemplo cotidiano y consistente que presentan a su equipo de colaboradores. Por eso, trabajan en sí mismos para transmitir valores fuertes e impregnar la empresa con creencias que fomenten y sustenten el crecimiento continuo.

En general, la cultura de las empresas de alto crecimiento está permeada por las siguientes realidades: una absoluta claridad de visión y propósito; enfoque en resultados; fuerte ambición de crecimiento; objetividad (gestión basada en hechos); ambiente de alta confianza; resiliencia y persistencia; visión sistémica; meritocracia; apetito por el riesgo; gestión colaborativa.

Si quieres crecer, trabajar en tu cultura puede ser más importante que construir una buena estrategia. La Fundação Dom Cabral, una Escuela de Negocios brasileña entre las 10 mejores del mundo según los rankings de Educación Ejecutiva del Financial Times, apoya cada año a miles de ejecutivos en esta misión.

(*) Profesor da la Fundação Dom Cabral, Brasil

Etiquetas: #mercado#ventas

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