Si hay torpeza imperdonable en la tan ponderada " alternancia en el poder”, es la tentación de los recién llegados de dejar como absolutamente inútiles y corruptos a sus antecesores.
Para nosotros eso de la alternancia es una suerte de novedad, poco común, pero instalada. Y nos viene haciendo mucho daño.
No es preciso descalificar todo lo hecho durante los gobiernos anteriores, y mucho menos truncarlos o destruirlos. O incluso dejar allí perpetuado el adefesio como prueba perenne de que el “anterior” era un burro.
Sirva de ejemplo la famosa Plaza de la Democracia, que estaba tranquila y felizmente instalada, hasta que para construir un estacionamiento subterráneo, del que nadie se acuerda que es de gran utilidad para el Centro Histórico, se les ocurrió cambiar la apariencia por un espacio “de avanzada” digamos.
No hacía falta el detalle final. En la plaza existía una fuente que le regaló a Stroessner un empresario amigo, y era fea, pero... Y una jardinería clásica, con algunos arbolitos, no muy viejos, ya que solo hacía unas décadas que se había sacado de allí el Mercado Guazu. En resumen, la plaza lucía más o menos como la que está a su lado y a la que también Stroessner le sacó el nombre del Mcal. Estigarribia, para colocarlo con busto y todo a un historiador amiguete suyo, Juan E. O´Leary.
En fin, era muy fácil concluir los trabajos del estacionamiento y reponer la anterior apariencia, con fuente, naranjos y florcitas. De hecho, le pueden preguntar a los ingenieros que hicieron el trabajo, cumpliendo las condiciones de la Administración Filizzola. LA ESTRUCTURA DE LA LOZA DE HORMIGÓN PODRÍA SOPORTAR PERFECTAMENTE EL PESO DE PLANTAS Y ÁRBOLES DE PEQUEÑO TAMAÑO, como los naranjitos que tuvieron que ser sacrificados.
Pero no solo se decidió por aquel entonces hacer algo diferente, que no les gustó a los asuncenos. Sino que todas las administraciones, liberal ( Martin Burt) o coloradas, decidieron “que se quede así, para cada tanto refregársela por las narices a Filizzola”. De paso, nadie se acuerda de la utilidad del estacionamiento subterráneo. Pero, en fin.
Algo semejante pero MUCHO PEOR en cuanto a las necesidades de Asunción y su funcionabilidad es el tema del METROBÚS.
Pronunciar la palabra METROBÚS es algo así como decir COVID, la mismísima peste. Como se realizó durante la administración de Horacio Cartes, con todos los problemas burocráticos y judiciales que alargaron las molestias a los frentistas y transeúntes, lo primero que se le ocurrió a Marito fue matar el metrobús, y se lo encargó al diligente ministro de Obras, quien no solo frenó los trabajos, sino que le puso la lápida encima.
Pues convengamos que el maltratado metrobús es absolutamente necesario. Todas las obras que se vienen haciendo, tanto la avda Costanera que es por fin una avenida de circunvalación, los pasos en altura o subterráneos, y las poco felices ingenierías de los directores municipales, el corazón de la ciudad seguirá siendo absolutamente caótico, mientras no haya una columna vertebral que articule el trafico rápido del transporte público.
Y es una gran mentira que no se puede continuar porque a partir de la avenida Eusebio Ayala no hay espacio. Bastaría con bifurcar las vías y que una siga por Azara y la otra por Cerro Corá.
Así de sencillo es. Y que venga Arnoldo a discutir, si se anima.