La línea de pensamiento que defiende los derechos a la vida, la libertad y la propiedad define a los liberales, y no es lo mismo un liberal progresista que considera al Estado como un actor relevante para distribuir riqueza y exigir más impuestos.

He venido sosteniendo desde hace tiempo que el problema de fondo con el que nos enfrentamos en Paraguay se encuentra en las ideas, siguiendo la tradición histórica de la libertad. Si alguien está convencido que el ser humano tiene derechos naturales a la vida, la libertad y la propiedad, anteriores al Estado, entonces es un liberal en su sentido correcto y clásico.

Por el contrario, si alguien considera a la sociedad o al Estado superiores al individuo y cree que algunos tienen la preeminencia de dirigir la vida de los demás, entonces esa persona es un colectivista, entre los que se encuentran los liberales progresistas, socialistas y hoy día los globalistas, en síntesis, un estatista.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Muchos liberales clásicos en Europa y en Estados Unidos no pudieron sostener sus ideas porque desde el año 1930 fueron objeto de críticas y se amilanaron. Pocos liberales genuinos como Mises y Hayek se enfrentaron al asedio del emergente estatismo.

Los demás que se decían liberales se dejaron llevar por la poderosa fuerza intelectual del keynesianismo, proveniente de John Maynard Keynes, quien convenció con su teoría de las fallas del mercado y, por ende, de la necesidad inexcusable de la intervención gubernamental.

El capitalismo liberal –decía Keynes siguiendo a Marx– no tiene respuesta a los problemas económicos y políticos porque cuando se acaba el “animal spirits” de los empresarios, estos no invierten y el Estado los debe reemplazar. Desde luego, ni Marx ni Keynes entendieron la cooperación social de la libertad como tampoco sobre la formación del ahorro y la inversión.

Fue de este modo que el Gobierno (políticos y burócratas) fue ascendido a un pedestal. Se creó el Estado de bienestar mediante la socialdemocracia, igualmente estatista.

La expresión “animal spirits” del keynesianismo estatista es peyorativa. Desconoce la función empresarial, la creatividad y la innovación de los que crean riqueza y trabajo desde el sector privado, único modo de hacer crecer la economía y mejorar las condiciones de vida de la gente.

Tampoco a los progresistas, marxistas y keynesianos les importó que el Estado crecía impune con cada vez más dinero expoliado de los individuos, de las familias y de las empresas. El intervencionismo estatal creó el nuevo Leviatán. A la fecha exige más impuestos, más deudas y poderes coercitivos sin consentimiento del pueblo.

El liberal convertido en progresista es keynesiano y socialista. En Paraguay como en todas partes tomando en cuenta el asedio del estatismo, la batalla más fascinante y valiosa consiste en hacer que las ideas del liberalismo sean conocidas, comprendidas y llevadas a la práctica.

(*) Presidente del Centro de Estudios Sociales (CES). Miembro del Foro de Madrid. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”: “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.


Déjanos tus comentarios en Voiz