• Por el Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
  • MBA

Necesitamos con urgencia que la estructura administrativa y operativa actual en las distintas instituciones del sector público, sean transformadas y modernizadas, para que la ciudadanía, quien es la que paga de sus bolsillos sus impuestos para recibir un servicio de calidad deje de sufrir, debido a la anquilosada burocracia, que se mantiene en casi todas ellas, y en donde se precisa de una reingeniería de los diversos procesos administrativos, que reduzcan los tiempos de ciclo, y sean más eficiente, respondiendo a las necesidades actuales, que reviertan en beneficio de todos, lo que estaría coadyuvando a una mejor consecución de los requerimientos que exige el desarrollo económico y social de nuestro país en plena era de la tecnología y de los procesos digitales.

Desde hace más de 30 años se dejaron de usar las antiguas máquinas de escribir reemplazadas por las computadoras de escritorio y laptops. No obstante, produce bronca e impotencia ver todavía a muchos funcionarios que siguen revisando vetustos libros para poder ubicarse en qué situación se encuentran los trámites de los contribuyentes, inadmisible en pleno siglo XXI, donde la interconexión on line está en todas partes.

Los responsables directos de todo esto son los que están en posiciones jerárquicas dentro del organigrama de la institución, quienes son puestos para mejorar el funcionamiento administrativo, pero resulta que muchos de ellos son peores que sus propios subordinados.

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A nivel país contamos con muchos ministerios y secretarías ejecutivas, que precisan ser fusionadas, evitando superposiciones de funciones similares o casi idénticas.

El Estado no es una entidad de beneficencia precisando racionalizar al máximo nivel posible los gastos rígidos que de lejos en términos absolutos y relativos ocupan gran parte de los recursos del PGN.

Definitivamente no podemos seguir con una administración pública con más de 400.000 funcionarios, llevándose mes a mes no menos de G. 80 por cada G. 100 recaudado en pagos de sueldos y otros beneficios pudiendo aprovecharse los beneficios que nos brinda la tecnología y con no más del 60 % de la plantilla actual “de taquito” podría ser manejado.

Dejemos de lado la politiquería y el populismo manteniendo a miles de mediocres en casi todas las instituciones, en donde lamentablemente lo político parecería ser de mayor importancia que lo técnico-profesional. Craso error.

Terminemos de una vez por todas con la herencia de este Estado paquidérmico y desfasado, donde para nada se justifica semejante superpoblación de funcionarios públicos, pues apenitas superamos los 6 millones de habitantes.

El Viceministerio de Capital Humano (que reemplazó a la Secretaría de la Función Pública) tiene bajo su responsabilidad coordinar las acciones que sean necesarias para empezar y darle continuidad al proceso de reordenamiento, donde se podrán visualizar todo “lo que sea grasa” dejando solo dentro de la plantilla a aquellas personas que se los merecen, y los que son “simples floreros”, ganando un salario mensual sin justificación, deberán dar un paso al costado y a otra cosa.

Lo que se pretende es que contribuyan a una mejor organización de las políticas públicas, tornándolas más eficiente, pues la burocracia jamás será una solución.

Un claro ejemplo de lo enunciado precedentemente los tenemos en la Argentina, donde el actual gobierno redujo en un 50 % la cantidad de ministerios, desvinculando a miles de funcionarios inservibles y que también aquí los tenemos de sobra.

Se hace necesario que nos concienciemos que en las organizaciones sean del sector privado o estatal, donde los paradigmas han cambiado, no queda de otra más que aggiornarnos a los tiempos que nos toca vivir, que permitan tener un PGN equilibrado, donde quepan suficientemente rubros destinados a calidad educativa, salud pública, seguridad nacional e investigación y desarrollo donde se concentran los mayores déficits históricos a nivel país.

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