Increíble pero cierto. La institución sigue con una vetusta, obsoleta y desfasada en el tiempo Carta Orgánica octogenaria, salvo algunas que otras adendas aisladas, pero insuficientes.

Se hace necesario que el Parlamento pueda analizarlo y evaluarlo en plenaria que permita su modificación y sanción, para actualizarla debidamente y que les permitan cumplir con objetivos y metas, ultranecesarias, en uno de los peores momentos de desfasaje financiero de la entidad.

Es imperioso y urgente fortalecer el Fondo de Jubilaciones y Pensiones, que permitan darles la tranquilidad que precisan los asegurados de que desde el punto de vista económico-financiero, la provisión mensual de recursos económicos se mantiene cubierta y respaldada.

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El IPS es propietario de varios centenares de inmuebles ubicados en diversos sitios de nuestra capital, ciudades periféricas e interior de nuestro país, muchas de ellas ociosas y subutilizadas.

Más de 400 de ellos, si bien están a nombre del IPS, siguen pendiente de escrituración por falta de recursos.

Muchos de ellos generando a la entidad importantes gastos rígidos mensuales, pudiendo comercializarlos e invertir su producido en instrumentos financieros o acciones en otras empresas que les generen ingresos pasivos sostenibles y sustentables. Alternativas las hay a montones, pero el statu quo y conservadurismo sigue su curso lamentablemente.

Se hace necesario que los inmuebles más valiosos sean retasados a valores de mercado, que permitan generar nuevas Reservas de Revalúo de forma que su patrimonio neto pueda mostrarnos contablemente un perfil diferente al actual, dado que desde el punto de vista contable y legal son capitalizables en un 100 %.

Cuentan con muchos inmuebles de renta, cuyos locatarios siguen pagando precios de alquileres muy por debajo de lo normal por falta de actualización, y también aquellos que no pagan la renta desde hace años, que les podrían haber generado niveles de ingresos más remunerativos, en beneficio de su Gestión Económica.

Su actual Carta Orgánica, en caso de necesidad y con la aprobación del Consejo de Administración, les permite poder encarar inversiones inmobiliarias a través de alianzas estratégicas, pudiendo aportar la entidad el terreno como capital del emprendimiento, y haciéndose cargo de las obras civiles los desarrolladores del sector privado, en un país como el nuestro en donde el déficit de viviendas sigue siendo elevado (superior a 1.000.000), pudiendo aprovechar su portafolio con más de 800.000 asegurados activos y 80.000 jubilados y pensionados.

Hasta hoy día, el mayor porcentaje de sus ingresos provienen de colocaciones en CD a plazo fijo dentro del sistema financiero local complementados por intereses generados por préstamos a funcionarios y jubilados y compra de Bonos de Renta Fija, siendo necesario atomizarlos y diversificarlos mucho más, pues esa es una de las funciones de una buena administración financiera.

La reciente promulgación de la Ley de Superintendencia de Jubilaciones le permitirá al IPS hacer una reestructuración de la “torta” de inversiones financieras a través de diversos instrumentos, siendo este el momento para que el Consejo de Administración acelere las gestiones ante las Cámaras de Senadores y Diputados, para tenerlo a su Carta Orgánica sancionada y promulgada, permitiéndolos ofrecer otros productos financieros que contribuyan a fortalecer su actual estructura económica-financiera-patrimonial.

Estamos en pleno siglo XXI donde la capacidad profesional, idoneidad, innovación y creatividad confieren un importante valor agregado, por lo que urge se reinventen en forma proactiva y con visión de futuro.

Dejemos atrás el statu quo que a nada positivo conducen, pudiendo auscultar varias otras alternativas de inversión que puedan redituar al IPS ingresos adicionales, en beneficio directo de su posición económica-financiera-patrimonial.

Los asegurados activos, jubilados y pensionados se merecen recibir una contraprestación de calidad y si sus funcionarios no se sienten capaces para llevarlos adelante, hay muchos otros que podrán ocupar sus sitios, pues en este mundo absolutamente nadie es imprescindible.

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