A nivel gubernamental vienen haciendo esfuerzos por ir revirtiendo las carencias estructurales que arrastramos desde hace años, en lo que a calidad educativa concierne, quedando aún un largo trecho por recorrer.

Nuestro país sigue entre los más rezagados en lo que se refiere a esta disciplina, por lo que urge de parte del Gobierno y educadores un trabajo profesional, coordinado y bien estructurado que apunten en forma eficiente al logro de los objetivos y metas.

El sector educativo ha sido históricamente uno de los más abandonados por gobiernos anteriores, urgiendo una verdadera transformación cualitativa dentro de los niveles de educación primaria y media.

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No es tarea sencilla, pues requiere de la conjunción de un capital humano de calidad y recursos monetarios suficientes dentro del PGN, ya que no se trata solo de hacer una revisión parcial, sino apuntar a una actualización de toda la malla curricular de ambos ciclos que precisan ser modificados y mejorados sustancialmente para que podamos lograr “materia prima” (me refiero a los estudiantes) que esté preparada académicamente para cuando ingresen a la universidad.

Nuestro país sigue siendo uno de los que menos invierte en educación vs. el PIB, y si a las buenas intenciones no acompañan los niveles de inversiones que se precisan, las perspectivas de transformación educativa tanto cualitativa como cuantitativa no serían fáciles de alcanzar.

Muchos critican la metodología de enseñanza de nuestros antiguos maestros, pero haciendo un análisis comparativo vs. lo que es hoy día, llegamos a la conclusión de que los docentes de antes ponían verdadera pasión en sus alumnos, eran estrictos, exigentes como buenos profesionales, y los alumnos conocían a fondo lo que englobaba a una buena lectura comprensiva, capacidad reflexiva y buen manejo de la matemática en su contexto global y conocíamos nuestra historia, lo cual hoy no sucede.

Los limitados niveles de conocimientos de nuestros alumnos, salvo honrosas excepciones, se ve trasuntado cuando nos toca realizar cursos de posgrados en el exterior, viéndonos obligados muchas veces a hacer una prenivelación para buscar el punto de inflexión con alumnos de otros países.

Gobiernos anteriores tuvieron la oportunidad de mejorar nuestra calidad educativa, pero los han ignorado debido a la despreocupación de la suerte de miles de alumnos, agudizándose esta falencia a través de cientos de escuelas y colegios con una maltrecha estructura edilicia, producto de la desidia, obligando a miles de chicos a tener que seguir dando clases bajo la sombra de los árboles o en aulas en pésimo estado, tornando difícil pedir a docentes y alumnos calidad educativa.

Siguen siendo preocupantes los niveles de deserción escolar, puesto que de los niños que inician el ciclo primario son pocos los que concluyen el 6.º grado (principalmente en el interior de nuestro país) por diversas razones, siendo los niveles de pobreza y de extrema pobreza las principales causas, o porque muchos padres no tienen fuentes de trabajo y, por ende, capacidad económica para comprar útiles escolares a sus hijos.

Santiago Peña puso énfasis en la importancia de la educación en todos sus niveles, resaltando la necesidad de que niños y jóvenes puedan acceder a conocimientos académicos de buena calidad. Ojalá y se lo lleve a la práctica y que no quede en buenas intenciones.

Carlos Antonio López decía: “Las escuelas son el monumento más grande a la libertad”.

Esperemos que los que están al frente del MEC aprieten “el acelerador”, que nos permitan recuperar terreno perdido, dado que muchos maestros adolecen de capacidad pedagógica, incidiendo en forma directa en la calidad que se espera dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje.

La educación no es un gasto, sino una inversión y con buen retorno y efecto multiplicador.

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