“Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada para aquello que la envié” Isaías 55:10-11

Estas palabras del profeta Isaías nos habla del poder intrínseco e inherente de la Palabra de Dios.

“Suelta el león” es una expre­sión usada por el predicador Charles Spurgeon que dijo: “La Palabra de Dios es como un león, no tienes que defen­derlo. Suelta al león y él sabrá defenderse solo”.

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“Si ruge el león, ¿quien no temerá? Si habla Jehová el Señor, ¿quién no profeti­zará?” Amós 3:8

Spurgeon era inglés y vivió en un tiempo de una revolu­ción del pensamiento tanto filosófico como científico. Fue contemporáneo, otro inglés, Charles Darwin, padre del evolucionismo y del matemá­tico y filósofo gales Bertrand Russell, que se levantaron fuertemente en oposición a la autoridad bíblica y la gente de su tiempo empezó a dudar de la veracidad y trascenden­cia de la Biblia (aunque esto fue así siempre en mayor o menor medida, siempre el sis­tema del mundo tuvo “bue­nas razones” para dudar de la Palabra de Dios, de hecho esto viene desde el Edén cuando la serpiente hizo dudar a Eva de la verdad de la palabra de Dios diciendo: “¿Con que Dios os ha dicho?” Genesis 3:1).

Pero tal vez desde hace poco más de dos siglos la lucha entre la razón humana mate­rialista y la veracidad bíblica han sido las más duras de la historia.

Ya para este tiempo donde la secularización ha ganado un gran espacio muchos ya no creen y ni siquiera piensan en la verdad bíblica. Como somos seres espirituales e intrín­secamente todos los seres humanos necesitamos creer en algo, tener trascenden­cia o una fe que nos dé espe­ranzas ante el sinsentido de la vida, millones de personas se vuelven a religiones mís­ticas orientales u filosofías para llenar ese vacío del Dios que tienen dentro. La gente hoy cree casi cualquier cosa menos a Dios (de hecho esto tampoco debe de sorprender­nos pues ya la Biblia nos habla de la rebeldía del ser humano ante su Creador a causa del pecado). Jesús mismo os dijo el motivo por el cual Dios con­dena a muchos: “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” Juan 3:19

Los desafíos que vivimos hoy los cristianos a causa de la secularización, la increduli­dad, el materialismo, el liber­tinaje, las filosofías e ideolo­gías anti-Dios muchas veces hace que los creyentes nos sin­tamos intimidados, nos pre­ocupemos y hasta dudemos de la autoridad bíblica, de la receptividad que pueda tener en la gente que nos rodea y eso hace que tengamos temor de hablar la palabra de Dios en ambientes o acontecimientos no religiosos.

Y en cierta medida es así, la gente parece tolerar los dichos y enseñanzas de cual­quier maestro místico, líder religioso o motivador o filó­sofo menos la de Jesús, trae incomodidad nombrarlo y en ciertos ambientes hasta hos­tilidad, recelo, y eso se siente, especialmente si hablamos de moral, historia, autori­dad espiritual o incluso de ciencia.

Para poder confiar en la Biblia y experimentar su poder y así poder proclamarla con auto­ridad es preciso conocerla. Una vez que la conozcamos y la hayamos experimentado personalmente, con la ayuda del Espíritu Santo seremos capaces de proclamarla sin vergüenza ante cualquier per­sona o auditorio.

“Los desafíos que vivimos hoy los cristianos a causa de la secularización, la incredulidad, el materialismo, el libertinaje, las filosofías e ideologías anti-Dios muchas veces hace que los creyentes nos sintamos intimidados, nos preocupemos y hasta dudemos de la autoridad bíblica, de la receptividad que pueda tener en la gente que nos rodea y eso hace que tengamos temor de hablar la palabra de Dios en ambientes o acontecimientos no religiosos”.

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