Fuimos invitados por @visitargentina, @visitsalta y @visitjujuy a conocer la Ruta 40, una aventura que emula a la legendaria Ruta 66 de Estados Unidos. Pensé que iba a ser un viaje normal, como tantos otros, pero de pronto la aventura se convirtió en una experiencia extraordinaria. El viaje comenzó a mostrarnos su cara nada más salir. En la Ruta 68 nos esperaba imponente El Anfiteatro. Dicen los lugareños que hace millones de años, cuando los dinosaurios caminaban por la tierra, esta majestuosa caverna era una gigantesca cascada por la que corría agua cristalina que iba esculpiendo su paso a la eternidad, incluso antes de quedar sumergida en el mar…
Hoy, con una acústica única, queda el vestigio de la historia atrapada en la inmortalidad. La ruta 68 guardaba otra sorpresa. Las Tres Cruces… Es quizá el mirador más bonito de la Quebrada de las Conchas. El camino a Cafayate es de una belleza impresionante… Tres grandes cruces de madera en la tierra mirando al cielo marcan el camino. Cuenta la leyenda que son tres tumbas que pertenecen a tres frailes que murieron en manos de los indios, después de haber ocultado un tesoro formado por objetos de oro que pertenecían a la congregación de los jesuitas y que nunca se encontró. Cuando alguien está cerca, el cielo se oscurece vigilando su lugar en la eternidad.
El camino no se detiene, es solo el pasaje a un viaje inolvidable. Pueblos que crecieron coherentes a sus tradiciones y que nosotros los mal llamaríamos “detenidos en el tiempo”: amables, coloridos, pulcros. Con sus callecitas pequeñas y conectadas como una sola matriz para darle vida a la historia. Entre ellos, grandes hoteles que solo hacen justicia a la belleza natural que los rodea. Una combinación perfecta entre el lujo y el campo que durante todo el trayecto no deja de sorprenderte.
Durante el viaje van sucediendo cosas maravillosas y los sentidos van descubriendo nuevas sensaciones. Al llegar a Cafayate la aventura se enriquece. Gastronomía y vino le dan el toque que va completando el manjar. Viñedos, bodegas y restaurantes te dan una bienvenida de película y la amabilidad única de su gente, hacen que esta experiencia sea inolvidable. La quebrada de Las Flechas, un accidente geográfico ubicado en el km 4.380 de la Ruta 40 en el departamento de San Carlos, se extiende 20 km dentro de los Valles Calchaquíes, desde Angastaco hasta el río Calchaquí mostrándote que en Salta siembre habrá algo más sorprendente.
Pasar por Molinos y Cachi, pueblos rurales de notable belleza, va completando la aventura. Así se llega hasta la Cuesta del Obispo. Puede que el corazón se te detenga solo para respirar profundo y disfrutar del paisaje. Increíbles vistas hacen que se pierda el sentido de la realidad para sumergirte y ser parte de la unión perfecta entre el hombre, la tierra y el cielo…
Son 25 kilómetros de una maravilla escénica a otra en un inolvidable camino serpenteante que desafía tus sentidos. Miedo, incertidumbre, una impredecible belleza y al final una calma indescifrable. Llegar a Salta capital es entrar a una ciudad pujante, donde el progreso y la historia van de la mano llevándote al comienzo de todo.
Podría contarte de mil lugares maravillosos. Pero te voy a contar solo de uno que me llevó a un viaje fascinante de 500 años en el tiempo. Así llegamos al Museo de Arqueología de Alta Montaña. Allí descansan, en cápsulas ambientales únicas en Latinoamérica, Los Niños de Llullaillaco. Son tres niños hallados “hace más de 20 años, en la cima del volcán Llullaillaco (en el departamento de Los Andes, al oeste de la provincia de Salta), a 6.739 metros de altura en la cima de un volcán. “La doncella”, una niña que tenía alrededor de 15 años, “La niña del rayo” (una niña de 6) y “El niño” (de 7 años, aproximadamente).
Todos ellos fueron ofrendados en el tributo a la Capacocha, una de las ceremonias más importantes de la cultura incaica. Hacer esto no solo es turismo. Es encontrarse con la historia, la cultura y el arte. Pero también hay lugar para la diversión. Y eso se dio en San Antonio de los cobres. El Tren a las Nubes te lleva a un viaje de fantasía. El tercer tren más alto del mundo te obliga a reflexionar sobre la vida y el regalo incalculable de la “Madre Tierra”…
Increíbles vistas hacen que se pierda el sentido de la realidad para sumergirte y ser parte de la unión perfecta entre el hombre, la tierra y el cielo… Si existiese una palabra que pudiese describir lo que vi, sentí y escuché, simplemente no la encontraría. Así que armate de sueños y andá a recorrer la Ruta 40. Después contame cuál sería esa palabra. Pero el viaje no terminó allí. Jujuy nos esperaba y te lo voy a contar. Pero esa... esa es otra historia.