Después del golazo que representó el acuerdo alcanzado con el Brasil en Itaipú para los próximos tres años e iniciar el camino hacia la revisión del Anexo C del Tratado, llegó el momento de poner los ojos en la otra binacional.
En efecto, hace una semana el jefe financiero de Yacyretá, Federico Vergara, reconocía en “Cara o cruz” que actualmente reina una gran incertidumbre en la entidad compartida con la Argentina, puesto que no solo están sin tarifa ni presupuesto, sino que además arrastran una pesada deuda histórica que, así como están las cosas, la tornarían inviable en el tiempo. De hecho, una de las obras emblemáticas que es la maquinización del vertedero sobre el brazo Aña Cuá se encuentra parada debido a la falta de financiación.
A esto se suma lo manifestado por la jefa de Gabinete de la Presidencia, Lea Giménez, quien aseguró que el gobierno de Santiago Peña halló en la EBY una empresa en quiebra técnica y con enormes dificultades para poder arrancar de vuelta, tanto por la falta de pago de Argentina, como también por un desorden importante en la gestión de la empresa.
Es lamentable que se haya llegado a este punto de desidia, sobre todo porque se trata de un bien estratégico para la seguridad energética de nuestro país que todavía tiene mucho que dar, pero para ello urge aclarar y transparentar, con urgencia, su situación financiera.
Para ello, la Cancillería debería iniciar un lobby con la contraparte argentina para que el Congreso del vecino país apruebe lo antes posible la nota reversal que contiene los términos del entendimiento firmado por los presidentes Horacio Cartes y Mauricio Macri en 2017 y que de alguna manera clarifica todas las cuentas y pone fin a esta “incertidumbre” de la que hablaba el jefe financiero. No se debería permitir que la situación actual se prolongue por un día más. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.