- Por Pepa Kostianovsky
Hubiera apostado mi gastada cabeza a que a los argentinos no les íbamos a cobrar un peso de lo que deben de Yacyretá en años.
Con la cantinela de Milei de que “no hay plata, estaba más que convencida que mucho encuentro, mucho abrazo, mucha sonrisa entre presidentes, ministros, directores, gobernadores, parlamentarios, pero que a Milei no le íbamos a conseguir cobrar un peso.
Ni por las buenas, ni por las malas. No sé cuáles habrían sido las malas, porque realmente Malvinas para disputarnos no compartimos, y a esta altura de la historia ya no vamos a ir a reclamar esa preciosa lonja entre el Pilcomayo y el Bermejo que nos afanaron entre tantas otras cosas en la Guerra Grande.
De hecho, si bien del Gobierno argentino, que por el momento pareciera ser un solitarismo, podríamos esperar cualquier disparate, como mandar granaderos a Clorinda, o cerrar algún puente sobre el Paraná, porque a Milei no le gusta la cara de la nueva embajadora (que dicho sea de paso, es lindísima); lo que es el gobierno de Santi Peña no parece tener el menor interés en gastar energías, ni plata, ni pólvora en chimangos. Por el contrario, se hace amigo de sirios y troyanos, y reparte su cinematográfica sonrisa a cuanto colega encuentra.
En fin. Lo inaudito es que la semana pasada Argentina pagó 100 palos verdes de la deuda por Yacyretá, que a nosotros nos viene muy bien para tapar agujeros (que nunca faltan) .
Personalmente, lo felicito a Santiago Peña, definitivamente es una especie de encantador de serpientes. La pinta lo ayuda, es cierto, pero si es por eso, Marito también era lindo, pero no lo querían ni sus vecinos, nda hêi anga el pobrecito.
Ya ni vale la pena hablar de los malabarismos con que consiguió el visto bueno de los colorados, que si bien venía apoyado por la fortaleza política de HC, no era empresa fácil que la ANR aceptara a un arribeño. Y lo logró.
Ahora, lo vemos yendo de un lado a otro, tratando de convencer a cuanto capital ande suelto por el mercado, que es el clima del Paraguay el que le va a resultar más sentador.
Algunos ya andan dando vueltas y mirando por aquí y mirando el ambiente. Y no es lo mismo, por cierto, atraer un capital que lograr el pago de una vieja deuda por parte del vecino más moroso.
Queda por tanto esperar que los discursos, charlas, encantos, saberes, simpatías y carismas de nuestro lindo presidente sigan surgiendo efecto. Que siga despertando princesas. Y que se decidan por las ventajas de nuestro “clima”. Porque es lo que necesitamos. Producir para crear riqueza y, esencialmente, crear fuentes de trabajo para que esas ganancias se distribuyan entre mucha gente que tiene muchas ganas de trabajar.